• 22/01/2022 00:00

Panamá y su camino al mar

“En Panamá, a pesar de contar con tres mil kilómetros de longitud de costas (1700 km en el Pacífico y 1290 km en el Atlántico), prácticamente, no existen carreteras que linden con el mar”

La historia marítima del mundo, como los dos mares que rodean nuestro istmo, hacen de Panamá un sitio especial, porque ambas circunstancias nos dan una innegable relación colectiva marítima, al unir nuestro destino común manifiesto al mar.

El interesante resultado de esta condición especial marítima es, primero, la simbiosis económica existente entre el Estado panameño y sus comerciantes, que siempre han formado la elite gobernante, resultando en la concentración de sus riquezas en una estrecha franja que conforman sus terminales marítimas en ambos océanos. Hemos sacado buen provecho de esta asociación Estado - elite comercial, si bien con una distribución nacional variable y desigual.

La segunda condición especial de nuestra relación marítima nos revela el dominio geopolítico y estratégico que Panamá posee sobre nuestros mares aledaños, más allá de nuestra masa territorial, potencial aún sin aprovechar.

Pero veamos cómo se forjó ese camino al mar.

El gran hallazgo inesperado de “las Indias”, en 1492, por el fracaso de Cristóbal Colón de encontrar la India, China y Japón, no fue un accidente aislado en la historia comercial naval universal, ni mucho menos un acontecimiento único en Occidente durante los siglos XIV, XV y XVI. En esa temprana época renacentista europea se dieron otras grandes exploraciones marítimas al resto del mundo y hubo grandes mejoras y avances en la construcción de barcos, en el conocimiento de corrientes y patrones de vientos dominantes, en la navegación y su práctica, especialmente en sus distintas modalidades de pilotaje costero, navegación por cálculo, por latitud geográfica y por brújulas para posicionamiento.

También fueron importantísimas, como eslabones del comercio marítimo, especialmente para nuestra propia historia nacional, la circunnavegación del mundo por Fernando de Magallanes (1519-1521); la inauguración en 1497-1498 de una ruta marítima directa entre Europa y la India por Vasco da Gama, abordo la carraca “São Gabriel”, estableciendo así la ruta comercial del Cabo; y el tornaviaje en 1564-1565 de fray Andrés de Urdaneta a través del océano Pacífico, desde Filipinas hasta Acapulco, primer viaje de oeste a este como otra importante ruta marítima universal.

Esta última fue precursora de la flota del “galeón de Manila” (Acapulco-Manila-Acapulco), tan ligada a esa otra “Carrera de Indias”, que englobaba todo el comercio y navegación de España con sus colonias. Este comercio colonial fue organizado en dos sistemas de convoyes desde Sevilla (después Cádiz), el primero con destino a Acapulco (México) y el segundo, a Cartagena de Indias (Colombia) y Portobelo (Panamá), complementado por la Armada del Mar del Sur, entre Callao (Perú) y la ciudad de Panamá.

El otro gran “hallazgo”, que selló nuestra vocación marítima, fue el avistamiento del océano Pacífico por Vasco Núñez de Balboa, aquella mañana soleada del martes 27* de septiembre de 1513, esta vez en suelo panameño, impactando de manera irreversible nuestro destino geopolítico y estratégico, como acortador de distancias terrestres y marítimas, por los coloniales Camino Real de Portobelo y Camino Real de Cruces, y después a través de nuestro actual canal interoceánico.

El antedicho factor geopolítico y estratégico de Panamá también tiene profundas raíces históricas coloniales -la bula “Romanus Pontifex” de 1455, el Tratado de Alcazobas de 1479, la bula menor “Inter Caetera” de 1493, el Tratado de Tordesillas de 1494 y el Tratado de Zaragoza de 1529. Estos tratados convirtieron el Pacífico en un “lago español” y a la ciudad de Panamá en su primera cabecera hispánica.

Pero ¿cómo aprovechar mejor esta potestad marítima sin poderío naval?

Primero, culturalmente, creando museos marítimos de la talla del “Peabody Essex Museum” de Salem (Massachussets, EUA), educando al público para que el mar forme parte integral de nuestra panameñidad.

Segundo, construyendo rutas costeras que nos integren al mar. En Panamá, a pesar de contar con tres mil kilómetros de longitud de costas (1700 km en el Pacífico y 1290 km en el Atlántico), prácticamente, no existen carreteras que linden con el mar. Comencemos con estas dos tareas.

* Existe controversia sobre la fecha correcta del hallazgo del Pacífico por Balboa. Por siglos se aceptó la versión de Angleria, Oviedo y Las Casas de que fue el 25 de septiembre (el informe de Balboa se perdió), pero historiadores modernos, de la talla de Carmen Mena y Luis Blas Aritio (en quienes me baso), han corregido la fecha al martes 27 de septiembre (el 25 de septiembre era domingo, aun cuando esos cronistas de antaño dicen “martes”).

Economista
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