• 04/08/2010 02:00

Partidos políticos y democracia

La política como ciencia y como actividad es necesaria en nuestra sociedad. Todos somos políticos en una forma u otra; algunos, en forma...

La política como ciencia y como actividad es necesaria en nuestra sociedad. Todos somos políticos en una forma u otra; algunos, en forma más participativa que otros, mediante la opinión pública y la acción transformadora. Al actuar, hay quienes prefieren hacerlo a través de partidos políticos, en ocasiones en forma militante por convicción, y en otras lamentablemente lo hacen por conveniencia personal. Otros, preferimos hacerlo desde la sociedad civil, respetando a la sociedad política y con el ánimo y determinación de trabajar juntos por Panamá.

Reconocemos que los partidos políticos son parte fundamental del sistema democrático. Los ideales y principios que fundamentan sus doctrinas están encaminados con criterios diferentes, pero idealmente a favorecer el bien común. Se necesitan personas jóvenes y no tan jóvenes, preparados y honestos, para que vayan purificando el mundo político, donde hay corruptos, egocéntricos, traidores, lastimeros y mediocres. No debemos dejar el campo abierto para este tipo de personas, que lo que hacen es dañar el ambiente político. De hecho, debería participar en el mundo de la política la gente respetuosa, instruida, consciente; los comprometidos con el drama de la pobreza y la desigualdad en nuestro país.

Asimismo, y aunque, se ha de respetar su decisión, flaco favor hacen a la democracia los tránsfugas políticos, que cambian de partido como quien se cambia una prenda de vestir, acomodando sus bajos y personalísimos intereses; más condenable aún, aquellos que se sirven de su cercanía al poder, o de un cargo público para beneficio propio, saldar deudas y hasta enriquecerse a costa del Erario Público; a estos no les interesa reconocer que al corromperse ellos, enlodan la reputación de familiares y amigos, y contribuyen a que el flagelo de la corrupción contamine a toda la sociedad. Bien harían los partidos políticos a la democracia, si en realidad comprometen el subsidio electoral para la enseñanza de la ética política, el fomento de la vocación de servicio, del liderazgo centrado en principios y de historia patria.

Una democracia robusta y efectiva también requiere de una oposición política que haga el debido contrapeso, pero anteponiendo los mejores intereses nacionales a los intereses partidarios con miras a hacerse del poder por el poder mismo. La democracia necesita de una oposición política que sea correcta, que cuestione constructivamente para contribuir a que las cosas mejoren; que ofrezca propuestas concretas para solucionar los problemas; que tenga coraje para denunciar, pero también decencia para aceptar y aplaudir objetivamente las obras buenas que hace el gobierno de turno.

Si bien el actual estilo de gobierno ha generado tal conmoción en el ámbito nacional —aunque confiamos que se den los necesarios correctivos— veo con preocupación a voceros oficiosos de la oposición expresando opiniones más encaminadas a sus aspiraciones que a la consolidación de su colectivo político. La democracia exige la vigencia de partidos políticos modernos, no electoreros; cuyos dirigentes y activistas entiendan la política como el gran honor de servir al país a través de ella, y no aprovecharse de ella.

Asimismo, debería ser de interés para la actual clase política en el poder, contar con el necesario contrapeso político, en vez de pretender aniquilarlo. No es saludable, para la democracia, barrer con todo el centro político y social, pues ello podría dar lugar a un autoritarismo populista y demagógico.

Enrique de Obarrio, gran amigo y principal impulsor de ‘Fuerza Independiente’ movimiento al cual me integré gustosa, en su reciente artículo ‘Cómo asegurar el cambio que favorecimos’, fue certero al referirse a la importancia de construir una visión de país compartida, con miras a superar en el tiempo la pobreza y la desigualdad; y que para esto debemos aprovechar al máximo el espacio de diálogo social que hemos logrado institucionalizar, con la creación del Consejo de la Concertación Nacional para el Desarrollo; fue de Obarrio precisamente, siendo entonces presidente de la APEDE y luego de la Alianza por un Sí social e integral (que promovía el voto Sí al proyecto de expansión del Canal de Panamá), el principal proponente de la concertación en el año 2006, teniendo claro que debíamos enfocarnos en el desarrollo humano y social, aprovechando para ello la gran riqueza que habría de generarse con un Canal ampliado, y de allí la Concertación, como instrumento para lograrlo en forma continúa y bajo el liderazgo de quienes en su momento nos gobierne.

A los jóvenes que militan en los partidos políticos les digo: ‘Sueñen, tengan ideales... que las ideas mueven al mundo. Hay que remar mar adentro, como un océano inmenso en el cual hay que aventurarse, con coraje, pero sobre todo con gran esperanza, tener un gran corazón para convertirse en buenos ciudadanos: Poniendo sus brazos, sus manos, sus inteligencias, su voluntad y sobre todo el corazón, con entrega generosa, sin recortes ni egoísmos, sin miedo ni desesperación’.

*ESPECIALISTA DE LA CONDUCTA HUMANA.

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