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- 21/08/2019 02:02
Ni Pedro Arias Dávila ni Francisco Pizarro, Urracá
Me causa una gran indagación la polémica generada por lo que sería la acuñación de monedas históricas en conmemoración a los 500 años de fundación de la ciudad de Panamá y que puede terminar como una perdida millonaria para el Estado panameño. Esto luego que confundieran el rostro de Pedro Arias Dávila con el de Francisco Pizarro en la colocación de la moneda.
La verdad, ¿merece cualquiera de estos dos personajes aparecer en unas monedas conmemorativas de un hecho histórico de los panameños? Los nacionales de países serios exigen acuñación de monedas con imágenes de sus connacionales, no con la de extranjeros, menos sus colonizadores.
Veamos: si bien es cierto que la moneda panameña se le bautizó como ‘Balboa' en ‘honor' a Vasco Núñez de Balboa, a quien se le atribuye, según los que quieren desconocer la geografía e historia, el descubrimiento del Mar del Sur, y cuyo rostro aparece en este valor monetario.
Pero ¿quién fue Vasco Núñez de Balboa?:
Para ser objetivo en nuestra apreciación, es preciso atender las palabras del prestigioso historiador panameño Alfredo Casillero, de quien desprendemos un extracto de su vasto conocimiento histórico cuando describe así a Vasco Núñez de Balboa «Su afamada habilidad para ganarse a la indiada —fama probablemente justificada— se basaba en una política de mano dura, y a veces terriblemente cruel, cuando se enfrentaba a indios que le ofrecían resistencia y no se sometían a sus demandas o con el pretexto de que eran comunidades sodomitas. Algunas de sus entradas consistieron en verdaderas masacres donde arrasó con todo el pueblo». Y entre estas crueldades hay que destacar la práctica del aperreamiento de los enemigos, en la que destacaba su propio perro, el terrible Leoncico.
Sus faenas y hazañas aún son recordadas por la historia, en especial por los relatos que realizaron los cronistas de la época.
Aparece Pedro Arias Dávila, donde en un juicio en de 1519 acabó con la condena a muerte de Vasco Núñez de Balboa y cuatro de sus seguidores, cuyas cabezas quedaron expuestas para escarmiento público, de modo que sus restos se perderían para siempre. La historia ha culpado a Pedrarias Dávila del desastrado fin del adelantado y lo ha convertido en el gran villano de este cruento episodio, a lo que ha contribuido su mala fama (bien merecida desde luego) por otras muchas de sus actuaciones.
Con este breve análisis de las actuaciones históricas de estos personajes españoles, me pregunto si se merecen un lugar numismático en nuestra historia.
Por el contrario veamos ahora a nuestro aguerrido y originario panameño Urracá (c. 1490-1531). Cacique más recordado y conocido entre los que gobernaron a los pueblos nativos de las áreas centrales del istmo de Panamá durante los primeros años del siglo XVI y quien se enfrentó con dureza y por varios años a los españoles.
Prueba de esta dureza fueron los catorce años de prolongado ambiente de guerra que se vivía en Natá y los plurales intentos de penetración en Veragua por parte de los conquistadores sin éxito, dan testimonios de las fortalezas de Urracá.
Por varios años Urracá combatió a los expedicionarios enviados por la Corona española, a quienes en muchas ocasiones derrotó. Utilizaba las tácticas de guerrilla, mostrando una aparente ofensiva débil y cediendo terreno al enemigo antes de combatir seriamente. Las tropas españolas, pensando que los indígenas eran débiles y les temían a los españoles, iban a la carga; sin embargo, debido a la táctica de guerrilla que utilizaba Urracá, eran rodeados en los acantilados y fosas por legiones de combatientes indígenas.
Luego de múltiples derrotas, Pedro Arias Dávila decidió terminar con la cabeza de la alianza indígena por medio de un ardid bien planeado. En 1531, Francisco de Compañón fue designado para iniciar conversaciones, con el fin de conseguir un acuerdo con el cacique Urraca, y envió emisarios a las tierras de este con la propuesta de realizar negociaciones de paz en Natá de los Caballeros. Urracá, confiado de las buenas intenciones de los españoles, acudió a la primera reunión de las negociaciones con dos de sus hombres. Al entrar en la villa fue arrestado, encadenado y enviado a la ciudad de Panamá, para embarcarlo desde Nombre de Dios hacia España. Dos días antes de que el barco zarpase, Urracá logró escapar y reunirse con su tribu. Tanto la historia oficial como la tradicional están de acuerdo en que Urracá murió o desapareció en el año 1531.
En la actualidad, podemos reconocer que la memoria del cacique que luchó con astucia y valentía contra los conquistadores, se mantiene viva. Por ejemplo, la moneda de un centavo (B/0.01), unidad monetaria de menor valor en Panamá, de color cobrizo, ostenta la efigie del cacique Urracá.
Lo dejo a la consideración de los lectores, ¿merecemos un debate de si es o no la cara de Pedro Arias Dávila, Francisco de Pizarro o la de un personaje histórico extranjero en una de nuestras monedas nacionales, con tantos héroes precolombinos y coloniales que ofrendaron su vida por mantener nuestra identidad y panameñidad?
Saquen ustedes sus conclusiones, remitiéndose a los hechos históricos.
No más espejitos por oro.
DIPLOMÁTICO DE CARRERA.