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- 15/03/2010 01:00
Qué pena la muerte
El ser humano, dentro de sus ambigüedades y contradicciones ha sido capaz de ver la muerte como un castigo y al mismo tiempo como una bendición. Cuando un ser muy querido, por ejemplo, ha sufrido largos periodos a causa de una terrible enfermedad, o como consecuencia de su andar por la vida y por el tiempo, al morir, generalmente sus seres queridos expresan alivio por el cese del sufrimiento: “Ya se fue a descansar”, señalamos. En cambio, hay quienes enarbolan la muerte como un castigo para aquellos que delinquen violentamente. Pretenden que sea un recurso coercitivo social y legal. Saldar una deuda con la sociedad.
Se intensifica un movimiento en Panamá para que la sociedad acepte como solución a los problemas de violencia y degradación social que vivimos, que se eleve la pena máxima a cincuenta años y que se instaure la pena de muerte. Temo que la discusión la lideran, ante todos, políticos que ven afectada su credibilidad ante la sociedad, frente al hecho de que en las últimas dos gestiones de gobierno, todos las propuestas presentadas y ejecutadas para atender este tema que nos mantiene inseguros a todos no han podido frenar la situación.
Qué pena la infortunada muerte del joven Carrizo en Hato Pintado y me duele profundamente por varias razones: Tengo hijos y sobrinos de su misma edad y sencillamente “ porque estoy ligado a la Humanidad ” como diría John Donne. Pero no creo en la pena de muerte, porque no creo que castigar al hombre o al delincuente con la pena capital, resolverá los problemas estructurales que afectan a nuestra sociedad.
Cuidado con interpretar mis argumentos como flexible ante la delincuencia y la criminalidad. Al igual que todos veo violencia en el individuo que te pone un arma de fuego en la cabeza a ti o uno de tus seres queridos para robar o aterrorizar. Ante hechos como este, creo firmemente que el Estado debe estar debidamente preparado para capturar a los delincuentes. Que se procese, juzgue y condene al que haya cometido un delito. Que no se aprovechen de los evasivas legales para salir a la calle nuevamente y que las autoridades hagan cumplir la Ley.
Pero de igual manera veo como una seria amenaza a la sociedad a los individuos (políticos, comerciantes, empresarios, etc.) que, mediante subterfugios de toda clase, se hacen de millones y millones de dólares para su beneficio personal; dinero que debiera ingresar a las arcas del Estado. Cuando un niño muere en nuestro país por la falta de un medicamento o porque no existen las condiciones adecuadas para darle la atención primaria, para mi eso es un atentado contra la sociedad. Cuando un equipo médico no se puede reparar, pero existen millones de dólares que el Estado gasta en campañas electoreras y que se pierde en el bolsillo de políticos e interesados, eso es un atentado. La afectación a la vida de uno o varios ciudadanos, con un arma de fuego o quedándose con cientos de dólares es un atentado violento. Un niño con hambre en este país es un atentando. ¿Qué hacemos? ¿Condenamos a muerte a todos los responsables? Creo en la resocialización que no ha podido explicar claramente los sectores que lo impulsan. Pero nuestro país carece de estructuras definidas que cumpla con un programa de tratamiento: educativo, laboral, familiar, espiritual, atención psicosocial, etc., que actualmente forman parte de nuestras leyes, para reintegrar un individuo productivo a la sociedad. Si nos consideramos a un paso del primer mundo, la resocialización es una causa y un reto superior que todo individuo, toda sociedad, debe empuñar.
Para combatir la violencia se debe comenzar con las realidades del marco social: Debemos considerar la revisión del papel que ejercen todas las actividades que influyen en el crecimiento y desarrollo de los ciudadanos. Revisemos el proceso educativo, las ofertas de entretenimiento y distracción. La inversión en cultura con contenidos educativos y que involucren a los jóvenes en la creación y evaluación estética de las expresiones artísticas. Revisemos el papel de los medios. Instauremos programas para las víctimas de la delincuencia.
La muerte es una sola, para buenos y para malos. Dejamos de existir en este tiempo y en este espacio. Qué pena la muerte cuando una sociedad la ve como imperiosa solución para resolver los problemas que esa misma sociedad ha creado.
*Comunicador social.ernestoholder@gmail.com