• 19/12/2020 00:00

No perdamos la esencia de ser seres humanos

Desde que tengo uso de razón, he tenido claro lo importante que es ayudar al prójimo, ya sea por la educación recibida de mis padres y maestros o los ejemplos más cercanos que observé en mi entorno; sin embargo, al ir creciendo, cada día me asombra más que muchísimas personas están perdiendo esa evolución que dimos y que hoy nos diferencia de los animales salvajes, “la humanidad”.

Desde que tengo uso de razón, he tenido claro lo importante que es ayudar al prójimo, ya sea por la educación recibida de mis padres y maestros o los ejemplos más cercanos que observé en mi entorno; sin embargo, al ir creciendo, cada día me asombra más que muchísimas personas están perdiendo esa evolución que dimos y que hoy nos diferencia de los animales salvajes, “la humanidad”.

Durante esta pandemia, ha florecido el amor y la bondad que existe en muchos nobles corazones, pero, lamentablemente, también han aflorado los más bajos sentimientos de desdén, ira, intolerancia y mezquindad de una sociedad plagada de problemas que requieren solución a través de la colectividad.

Cuando estudiaba en la secundaria, mi profesora de Educación Física nos decía que el ser humano era el más bueno, pero también el más malo; me costaba un poco comprender dicha afirmación. Hoy, 25 años después y al observar que la tecnología por medio de las comunicaciones, en vez de animarnos a brindar ayuda a quien lo necesita, se ha convertido, “en muchas ocasiones”, en una oportunidad para que algunas personas busquen popularidad, me niego a quedarme callado.

Suicidios, accidentes, la indigencia y la deteriorada salud mental de personas menos afortunadas son problemas expuestos como el pan nuestro de cada día en las redes sociales de una forma nada edificante.

Tenemos que hacer un cambio radical en nuestra conducta, recapacitar en nuestro actuar o estaremos condenados al fracaso total como sociedad. Aún es tiempo de cambiar esas malas prácticas que lo único que hacen es denigrarnos como personas.

Seamos más humanos, más sensibles y tolerantes con el dolor ajeno. Nuestros hijos lo agradecerán y además de romper esos ciclos para que ellos no actúen igual, eso los hará sentirse verdaderamente orgullosos y ofrecerá cambios necesarios para el desarrollo de una sociedad más justa y humana.

Periodista y profesor universitario.
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