• 13/11/2012 01:00

Perdiendo el tiempo

No hay duda de que a los políticos panameños, todos formados al calor del tiempo y con muy poca ciencia y estudios políticos detrás, les...

No hay duda de que a los políticos panameños, todos formados al calor del tiempo y con muy poca ciencia y estudios políticos detrás, les fascina perder el tiempo. Todos siguen el mismo patrón, como cortados con la misma tijera. Se presentan a cuanta fiesta patronal, desfile o celebración de pueblo o comunidad, caminan saludando a cuanto ven en el camino, por sus redes sociales anuncian dónde están comiendo, a quién visitan o felicitan a cuanto deportista, artista, octogenario de cumpleaños, o quién crean se merezca su saludo. Eso, creen ellos, les dará los votos para la Presidencia, Alcaldía, diputación o consejo.

No aprenden ni de las elecciones de otras áreas más avanzadas en cultura política. Por meses vimos en la televisión la campaña de USA, donde se gastaron 2.1 billones de dólares y donde pueden aprender cómo los dos candidatos principales, Obama y Romney, buscaban los votos de los electores. Era una campaña de propuestas, ambos defendiendo su propuestas, atacando y tratando de probar lo errado de la propuesta del adversario. La campaña se centró en los tres temas que preocupaban al electorado: creación de empleos, desarrollo de la economía, seguridad social. Un cuarto tema, la política exterior, mereció poco tiempo en ambos.

En USA, el elector tenía muy claro lo que cada uno haría en caso de ser electos. En Panamá, a nuestros políticos parece no importarles que el elector sepa lo que planean hacer si ganan, o qué harían distinto al presidente de turno. Los aspirantes oficiales no han abierto su boca en cuanto a programas de gobierno, el elector debe adivinar hasta este momento qué sería una presidencia de Ferrufino, la Burillo, o Roberto Henríquez. Ningún miembro de CD ha siquiera insinuado por qué razón habría que preferirlo a él o ella sobre los otros contendores.

Por otro lado, el presidente como está convencido de que el voto que recibió en 2009 fue producto de la campaña que los gobiernos anteriores no habían hecho nada, se ha quedado con ese slogan. Hoy, tras tres años de lo mismo que los anteriores, clama que su gobierno ha sido el cambio y que hay que continuarlo, porque regresar a los otros es volver a gobiernos que no hicieron nada. El electorado, estoy seguro, dejó de creer eso hacer rato. Sabe que todo lo que tenemos ha sido por acumulación de esfuerzos, donde cada gobierno ha puesto su parte. Y, lo nuevo, raya en el escepticismo de la población. Por ejemplo, del Metro solo conoce la incomodidad de la construcción, que el costo será más alto de lo previsto y que si no lo subsidia el Estado no lo podrá pagar el usuario. Del Metrobús la esperanza inicial quedó reducida a un diablo rojo más elegante, mientras que la construcción de hospitales solo abre la puerta de la duda sobre si se podrán equipar o siquiera tener especialistas para atenderlos.

Mientras tanto, la corrupción, el nepotismo, los sobreprecios y altos costos de obras, siguieron, en medio de falta de transparencia y aumento en la violencia, así como justicia cuestionada. Pero los opositores no andan mejor que los oficialistas.

Para un aspirante opositor todo lo que cree que tiene que hacer es hablar mal del gobierno y sus programas, atacando particularmente al presidente de turno. Pero 0 propuesta, ante cada crisis no plantean su solución, sino que en algo típico panameño solo echan candela al fuego. Me causa gracia cómo dirigentes opositores participan de cuantas marchas contra el gobierno se den, aunque esta la llamen izquierdistas o anárquicos. Para ellos no importa la causa ni tampoco les interesa proponer soluciones.

Por supuesto que todo este sistema solo lleva a elegir los aspirantes equivocados. Al final, cuando el electorado tenga que escoger diputados, representantes, alcalde y presidente, ¿por quién votará? La elección se convierte en un concurso de popularidad, basado en qué tan bien le caiga el candidato, o qué buena gente se ve, o simplemente dependerá de lo que le dé al elector en campaña. Lego vemos el nivel bajo en diputados, representantes, alcalde o presidente. Ya en 2009 elegimos un alcalde por haber ganado un concurso de baile y resultó el hazmerreir de los medios para luego ser sacado por el Ejecutivo a medio camino.

Pero los aspirantes a cargos siguen en su carrera de perder el tiempo. Sin propuestas, se presentan a diario en programas televisivos y repiten lo mismo que han dicho cien veces, cero aporte nuevo, cada uno con su discurso ya trillado.

Es una tragedia que la clase política no ha mejorado nada en los 22 años de la nueva democracia y, peligrosamente, está cayendo en los errores que en los sesenta llevaron a un golpe militar. El problema está que en que si bien los políticos no han aprendido, el pueblo sí ha cambiado. Más educado, más expuesto al mundo, más preparado, el pueblo pronto no aceptará a la mediocridad política y sepa Dios qué medida tomará.

Ya hemos visto tres ocasiones en este gobierno donde el pueblo ha rebasado una decisión política errada: Bocas, la Comarca y Colón. Quizás en la próxima equivocación de un gobierno el pueblo no busque revocar la ley, sino que de plano busque revocar al gobierno. Y en ese momento, todos esos políticos de Twitter, esos políticos que no han servido para proponer sino que solo pierden el tiempo, serán simples espectadores de los verdaderos actores que saldrán del pueblo.

INGENIERO INDUSTRIAL Y ANALISTA POLÍTICO.

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