• 17/05/2024 00:00

Perseverancia y determinación en Aura Guerra de Villalaz

Más allá de la destacada profesional de notables ejecutorias y ciudadana ejemplar, se encuentra Aura Emérita Guerra de Villalaz que siempre nos predicó con el ejemplo y la que nos demostró con los hechos que cuando uno tiene la determinación de lograr algo, no hay obstáculo que te encuentres en tu camino a lo largo de tu vida, que no puedas vencer si estás claro en tus principios y no pierdes la fe en lo que crees.

Esa mujer que para dar clases en la escuela primaria, debía caminar descalza con los zapatos en la mano, desde un pueblito llamado El Santo en el corregimiento de Santa Rosa en el Distrito de Bugaba hasta La Estrella, junto con su tía Flora y al llegar al centro educativo lavarse los pies y entrar bien calzada y limpia a recibir sus clases. Es esa misma Aura Emérita que estudia primaria en el Félix Olivares de David y en el Daniel Crespo de La Concepción, siendo desde siempre asidua a la lectura, lo cual va influir mucho en su vida profesional y familiar. Con una beca llega a la Normal de Santiago donde encuentra su vocación de educadora y donde le inculcaron la mística de que “el maestro tenía que ser líder de la comunidad donde llegaba y prepararse para orientar”. Se convirtió en asidua frecuente de las bibliotecas, lo que la lleva a ocupar uno de los puestos de honor de su promoción y dar el discurso de despedida en el Aula Magna de ese centro educativo que impactó desde su creación en el interior del país. Recuerdo que una vez me comentó que la persona que era su acudiente en la Normal tuvo que irse de la provincia de Veraguas y quien se ofreció a ser su acudiente y firmarle sus boletines, fue el preclaro escritor Carlos Francisco Changmarin.

Al terminar la Normal se traslada becada a la ciudad de Panamá, a estudiar la carrera de derecho en la Universidad Nacional, cuando esta se encontraba en las instalaciones del Instituto Nacional y las clases eran nocturnas. Solo dos mujeres entraron a estudiar abogacía y terminaron esa carrera, su compañera de la Normal, Marisol Reyes de Vásquez y ella. Se convierte en la primera mujer que dirige el Centro de Estudiantes de Derecho y entabla amistad con otros colegas y compañeros de toda su vida, Carlos Bolívar Pedreschi, Rogerio De María Carrillo (qpd) y Campo Elías Muñoz (qpd).

Estudiando en la universidad conoce a Rogelio Villalaz Saucedo que estudiaba Ingeniería Civil y se casan, teniendo cuatro hijos: Janzel Rogelio, Rolando Javier, Grettel Del Carmen y Rogelio Antonio. Entre sus compromisos educativos y luego profesionales, como administradora de justicia, académica o defensora de los derechos de la mujer, cumplió siempre sus compromisos de madre y esposa e hija, sin faltar a ninguna de sus responsabilidades familiares y hacerlo siempre de manera cabal.

Su vida no tuvo exenta de accidentes físicos y riesgos, que algún momento afectaron su vida, pero lejos de quejarse, con determinación los enfrentó y logro salir avante. Lo demás de su actividad pública se conoce, pero he querido dejar plasmado algunas facetas de su vida, que quedan como un ejemplo permanente a las presentes y futuras generaciones. Si se quiere, se puede y si no actúa con pesimismo o abulia, lograrás lo que propones, no importa dónde hubieras nacido o los retos que debas afrontar.

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