• 20/09/2011 02:00

Bacterias nosocomiales. Una experiencia personal...

No hay lugar más peligroso para enfermar, que un hospital. No importa el nivel del mismo. En el año 2005 tuve una urgencia médica. Hospi...

No hay lugar más peligroso para enfermar, que un hospital. No importa el nivel del mismo. En el año 2005 tuve una urgencia médica. Hospital Ángeles de Interlomas, Ciudad de México, considerado uno de los mejores de esa ciudad. Tanto, que el médico que me operó me comentó que el equipo quirúrgico del hospital, cada seis meses, viaja a USA a los mejores hospitales a actualizarse.

Estuve siete días en Cuidados Intensivos. Incomunicado, solo visitado por las enfermeras y médicos, totalmente aislados con trajes, máscaras, guantes. Para evitar infecciones. Pasado al cuarto normal, una madrugada desperté con convulsiones y frío. Era una bacteremia. O bacterias en la sangre. Me explicaron mis médicos que me habían aplicado una especie de malla protectora de antibióticos. Sin embargo, la bacteria pudo penetrar la trama y entrar a mi cuerpo. Eso atrasó una semana mi salida del hospital. Entretanto me explicaron los médicos que la aparición de esa bacteria demandaba un protocolo de desinfección del cuarto de cuidados intensivos, y los dos adyacentes. Durante una semana, se dedicarían a aplicar todo tipo de medidas para reesterilizar el cuarto.

Hace varias semanas, un sábado, por una inflamación en la encía fui a un reputado hospital local, privado. Me enviaron un medicamento que no me alivió. Conseguí que un odontólogo me viera el domingo de urgencia, me drenó el absceso y me dijo que el medicamento que me recetaron de haberlo tomado de acuerdo a la posología indicada, podría haberme provocado la infección del resto de mi cabeza, con graves consecuencias.

Y te cuento más. Cuando nació mi hija mayor también en otra clínica local reconocida, yo participé del parto. Y en mi papel auto designado entré al cuarto de medicamentos, y cuál no sería mi sorpresa cuando encontré que en el cajón correspondiente a las medicinas de mi esposa se habían equivocado y colocado los de otra paciente. Y en otro hospital privado también en Panamá, me dieron resultados médicos totalmente absurdos, y desaparecieron un test de drogas que me aplicaban en mi empleo como parte de la rutina de la empresa. Tuve que ir al Laboratorio, y confrontando los resultados entregados con los registros del laboratorio, se dieron cuenta de que se habían equivocado al transcribirlos.

Cuento esto, porque si en los hospitales privados, tanto de Panamá como de otros países, ocurren estos incidentes que he vivido, ¿qué se puede esperar en hospitales cuasi públicos? Sin embargo, cuando tienes que ocurren envenenamientos como los del dietilenglicol, aunados a los problemas de calidad en el servicio médico en general, estamos enfrentando un problema mayor. Súmale a esto el problema de la basura, la falta de agua potable en condiciones satisfactorias, el problema del dengue hemorrágico, estamos al borde de un problema sanitario mayúsculo.

El manejo de la Salud Pública, como la Educación, no puede estar sujeto a vaivenes políticos ni a improvisaciones. Urge de las autoridades nacionales una revisión de los protocolos correspondientes. Que la encantadora informalidad del carácter de los panameños se deje de lado por las autoridades nacionales en temas tan delicados. Y que se exijan responsabilidades, pero sobre todo, soluciones.

*PERIODISTA

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