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- 20/09/2021 00:00
'Mientras los pobres estén entretenidos, …'
Esta frase con la que encabezo esta reflexión está completa afirmando “Mientras los pobres estén entretenidos, los ricos no tienen nada que temer”. Esta idea, que ha sido una premisa histórica, aplicada por las élites del poder económico a lo largo de la historia desde que existen sociedades de inequidad social; recientemente, hay quienes le adjudican la frase al filósofo y sociólogo Zygmunt Bauman.
En esa misma línea, los romanos, en su época imperial, pasaron a la historia ofreciendo “pan y circo” como fórmula eficaz para que los pobres y no pobres, pero potenciales agentes de cambio, se dedicaran a pensar cualquier cosa antes que en la transformación del orden establecido.
Noam Chomsky ha argumentado múltiples veces, en diversos escritos suyos, que las élites del poder económico tienen un “punching bag” a quien hacer que la gente le dé golpes y entretenerse de manera que no se les ocurra mirar hacia los que son la fuente principal de sus problemas sustanciales, que obligaría a dirigir la mirada hacia tales grupos de dominio y poder. Este “punching bag” no es otro que el Gobierno, de cada turno electoral, sea en la figura de los ejercientes del Órgano Ejecutivo o los actores sociales del Órgano Legislativo.
En estos días atrás, en la protesta contra las “travesuras” de los diputados modificando la propuesta original de reformas electorales, algunos de los jóvenes que habían respondido a la convocatoria, se quejaban en el sentido de que la actividad de reprobación pública hacia estos actores políticos estaba huérfana de pueblo. Además, observaban que por un lado estaban las consignas de Movin y por otro lado las de los “ultraverdaderos independientes”. Todos pidiendo rabo y orejas de los diputados, sobre todo perredianos y martinellistas, fomentadores de la “travesura”.
Ahora bien, ¿alguien se preguntó por qué la gente de pueblo muy poco acudió a esa convocatoria? Un primer ejercicio mental que puede hacerse para su explicación es el de la cuestión de los intereses. Esto es, ¿se siente el pueblo implicado en el problema objeto de la protesta? La respuesta más simple, más no más disparatada, es NO. Al no sentir que se trata de algo que toque directamente sus intereses, no pierde el poco tiempo disponible que le permite la dinámica del trabajo y el poco que le queda para el cobijo familiar y amical.
Y después de todo, ¿la protesta estaba encaminada a transformar las reglas del poder existentes generadoras de inequidad social? La respuesta es un rotundo NO. Las reformas electorales, abstraídas de las relaciones concretas del poder existente, no sirven para transformar la realidad de inequidad social. Dirigir la mirada hacia los diputados, por tanto, termina en una distracción del pueblo y de la incauta juventud de capas medias que sigue siendo manipulada con acciones que solo dirigen su mirada hacia el “punching bag” de las élites del verdadero poder, no hacia el principal sujeto social que lo puso en la Asamblea y en el Gobierno.
Solo con ver muy afanada en la concentración en cuestión a la misma expresidenta de uno de los gremios empresariales, que, sin tapujos, nos envió a la gente de los sectores populares a buscar agua en el río, si no podíamos pagar la tasa del Idaan. ¿La recuerdan? Señora, además, integrante de una familia de lazos oligárquicos que despojó de sus activos territoriales a los moradores por varias generaciones de la isla San José; misma que su familia la ha convertido en sitio para el negocio turístico de alto perfil y para rematar, en vías de recibir “apoyo” del Estado para su desarrollo. Personajes como ella dejan mucho que decir de las profundas motivaciones de movimientos sociales como ese.
Me decía un amigo que uno de los móviles ocultos de la protesta, estriba en que lo propuesto por los diputados hace más costoso sacar diputados y mantener mayoría en el Órgano Legislativo, para favorecer leyes depredadoras, entreguistas de nuestra soberanía y justificadoras de las inequidades contra el pueblo. Es decir, como que los diputados están resultando una criada respondona que está pidiendo más con el “¿Qué hay pa' mí?”. Al percatarse que las élites del poder real están llenando cada vez más sus arcas con los negocios en sus propias empresas y en asocio con transnacionales, a costa de los bienes de nuestra naturaleza y recursos humanos. A costa de nuestra soberanía.