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- 21/01/2015 01:00
Con prudencia y paciencia
Los hechos surgidos en los últimos días, que ahondan en detalles bochornosos descubiertos a partir del inicio del nuevo gobierno, me mueven a reiterar mi preocupación porque se logren todas las reivindicaciones a que aspira la sociedad panameña; o, al menos, a no fracasar para evitar una sensación de frustración y desprestigio entre quienes aspiramos a que se haga justicia.
La cantidad y gravedad de abusos cometidos en la gestión administrativa de muchos estamentos del gobierno anterior es tan desconcertante e indignante que para muchas personas es necesario encarcelar a los responsables de tantos desatinos. ‘A la cárcel’ deben ir todos ya, es el grito que se oye; pero dudo que ese sea el remedio apropiado sin una debida reflexión y sin llenar todas las condiciones que nos aseguren que el castigo no será efímero sino definitivo.
Queda claro que las autoridades investigadoras deberán comprobar que se han transgredido aquellas disposiciones legales que prohiben ciertas conductas u ordenan el cumplimiento estricto de otras. Ese esfuerzo, en sí, requiere mucho cuidado y atención al detalle para dirigir las investigaciones en las direcciones correctas y ordenar pruebas que no dejen dudas sobre la violación descubierta. Para el ciudadano común, lego en materia de leyes, asegurar que se cometió un delito puede resultar una afirmación fácil pero imprudente que, aunque nacida de una justificada sed de justicia, puede llevar a conclusiones apresuradas y equivocadas.
Por eso pienso que los investigadores del Ministerio Público deben ser muy prudentes y cautos al llevar a cabo sus diligencias y pesquisas para evitar cualquier error o falla que a la postre pueda alejarnos del objetivo buscado. Hay que otorgar el tiempo que sea necesario porque puede resultar contraproducente el excesivo apremio de una sociedad indignada que clama por soluciones inmediatas. Sería como el conductor de un vehículo cuya impaciencia le lleva a rebasar imprudentemente el auto que marcha delante del suyo para estrellarse con quien se le aparece sorpresivamente en vía contraria a la vuelta del camino. Por eso considero que, sin dejar de hacer sentir nuestro deseo de que se haga justicia y de que persistiremos en seguir vigilantes, demos —por lo pronto— el voto de confianza a las autoridades en la esperanza de que sabrán hacer su trabajo con valentía, acuciosidad y empeño. Tan importante como el tiempo necesario para lograr un resultado adecuado, es la seguridad de que ese resultado quedará en firme después que se cumpla con el llamado ‘debido proceso’ y con todos los recursos que puedan promover las defensas.
La prudencia es una virtud igualmente necesaria para aplicar en el manejo de las finanzas públicas, no solamente en cuanto a los gastos ordinarios del gobierno sino también en el programa de inversiones públicas. No sería prudente tratar replicar un programa tan ampuloso y desordenado como en los últimos cinco años y eso lo entendería cualquiera con dos dedos de frente. Mucho se hizo pero cuestionamos la necesidad y costo de cada uno de sus elementos. No se pueden repetir construcciones a medio terminar, carentes hoy de recursos para equiparlas; ni la destrucción de edificios como la antigua sede de una embajada para ser reemplazada por una torre fantasiosa o un hospital infantil que nunca se llegaron a construir. Trabajo de sobra tendrá el gobierno en tratar de terminar obras inconclusas y darle mantenimiento a toda la infraestructura del país antes de que se deteriore como siempre ha venido sucediendo.
Por eso concluyo que Prudencia y Paciencia son las virtudes que debemos practicar, gobernantes y gobernados, para realmente lograr los cambios que queremos.
EXDIPUTADA