Así lo confirmó el viceminsitro de Finanzas, Fausto Fernández, a La Estrella de Panamá
- 31/07/2023 00:00
Quiero decir 'al fin terminó'
Por la responsabilidad de ser docente, siento la obligación, desde una postura cívica, expresar lo siguiente. Una vez aprendí que la política era una ciencia, una rica ciencia que orienta su cuerpo de conocimiento al logro del bienestar humano.
Es una ciencia que se apoya en otras auxiliares, como la Economía, la Psicología y la Sociología, entre otras, además la política hace florecer el arte y el talento humano.
Cuando vislumbramos un torneo electoral, nos preparamos anímicamente para escuchar las mejores e innovadoras ideas, profundos análisis y propuestas grandiosas. Es el momento en que la patria descubre sus mejores hijos, aflora el producto de toda una composición social que inició en el hogar y que se nutrió, creció y floreció a lo largo de toda una vida. Es como que la sociedad misma se escudriñara para seleccionar a un conductor maduro responsable y ético, a un guía para la siguiente etapa. Se prepara el nuevo vestuario con que el Estado se cubrirá durante el próximo quinquenio. Es una reevaluación del presente, el afinamiento de un nuevo sueño, para luego reorientar todos los recursos, incluyendo el humano, al logro del sueño desvelado. Se emprende el camino de la utopía de la felicidad eterna.
Desde esta perspectiva qué bueno sería el desarrollo de procesos electorales todos los años, todos los meses, es más, todos los días, ¿Qué sistema educativo formal o informal brindaría mayor nivel de aprendizaje? Es el tiempo en que más se escribe, se habla, se construye, se invierte, pero también se miente. Es un momento oportuno para hablar de y vivir en valores, hablar de y vivir en tolerancia, en respeto, en ética, en libertad y en democracia. No existe un momento en que la sociedad entera se involucre más que en los procesos electorales, hasta los fetos quieren votar. Las calles y avenidas se engalanan, los árboles se tornan coloridos, los autos hacen alegorías, en fin, que bello es el escenario para aprender a vivir, para dignificarnos, para hacernos hombres y mujeres. Pero qué vergüenza, esto no pasa, a lo mejor es producto de toda la contradicción humana, lo cierto es que a veces creo que retrocedemos.
En nuestros procesos electorales aflora el talento negativo, la maldad, la mentira, el oportunismo, la traición, el chantaje, la deshonestidad, la corrupción, la intolerancia, la antidemocracia, el irrespeto a los derechos ciudadanos y humanos.
Con pesar se escuchan a hombres y mujeres que en otrora eran digno de admiración por sus razonamientos, su fortalecido acervo cultural y su rico léxico y que un día se comprometieron a desvelar la sabiduría que engrandece a los hombres y a las sociedades caer en la mentira, la chabacanería, la estrechez mental y el enanismo moral y sacar su auténtica personalidad.
El oportunismo alcanza su máximo nivel, todo sube, todos nos lanzamos a la cacería. Las cuñas televisivas aumentan, los anuncios en las radios se disparan en costos, las telas, pinturas, papeles, tintas, todo sube de precio, el ciudadano subasta su voto al mejor postor, y el mismo voto lo vende varias veces, al fin y al cabo, llegado el momento de votar, nadie sabe por quién lo hará, pero no lo hará por todos. Es una lucha de todos contra todos y al final la patria pierde. Lo contradictorio es que es esta sociedad la que le pide a los que formó como oportunistas que sean honrados, tolerantes y justos.
Escuchamos de todo: cero desempleo, salud y educación gratuita, economías vigorosas, red vial perfecta, cero desnutrición, completa seguridad, cero corrupción, plena justicia, techos dignos para todos, en fin, de todo.
Vemos de todo: banderas, caravanas, concentraciones, caminatas, foros, debates, abrazos, lágrimas y besos. Personas que nunca en su vida habían abrazado y besado a tantas personas como en estos tiempos ni tampoco cargado a tantos niños. Si la mentira fueran epidemias, todos moriríamos, hasta los niños que todavía yacen en el vientre de sus madres.
Después de todo lo visto y oído, en verdad ya no sé qué es la política ni mucho menos el papel que deben jugar los políticos, solo nos mantiene la esperanza en una promesa, en el amor de Dios y en una patria nueva. Pasadas todas estas alegorías, no sé si añorarlas, porque nuestras calles ya no visten el mismo ropaje, los activistas no caminan, nadie me visita, disminuyen los saludos, todos eran mis amigos y se interesaban por mí, yo era lo más importante; las soluciones se escuchaban, solo eran cosa de tiempo. Por otra parte, dejarán de mentirme, el aire está más limpio y la neblina se despejó. Después, aunque dura, vuelvo a mi realidad, los mismos problemas, el desempleo no bajó, la salud sigue igual de afectada, en fin, vuelvo a despertar, pero porque el sueño me pertenece seguiré con la convicción del amor de Dios y soñando con una Patria Nueva y me convenceré, aunque sea por higiene mental, de que los meses de mentira, de bajezas, de enanismo moral y de oportunismo al fin terminaron.