Lo cortés no quita lo panameño

El complejo de inferioridad de muchos de nuestros conciudadanos los lleva a sentirse insignificantes si piden algo ‘por favor ', saludan o agradecen.

Es común creer que con la palabra ahí se puede evitar la ‘humillación ' de pedir por favor y dicen, por ejemplo, ‘dame un chance ahí ', que traducido al habla decente sería ‘permíteme, por favor '.

Esos mismos que ningunean al prójimo parece que fueran cargando con sus diplomas y mostrándoselos a todo el que se deje. Tengo una vecina a la que conozco desde hace muchos años y cuando me llama por teléfono dice: ‘¡Hola, Paco! Soy la licenciada Gloria ', por si se me olvida que fue a la Universidad, como si eso me importara.

Esta soberbia con que nos tratamos entre nosotros merece un estudio sociológico profundo que creo que nadie ha hecho hasta ahora. En restaurantes, supermercados y otros establecimientos de atención al público vemos empleados cuya pronunciación denota su origen foráneo y ni aun quienes más se oponen a esta ‘invasión ' de extranjeros dejan de reconocer que aventajan a sus colegas panameños en el trato a la clientela.

El sábado 10 de septiembre de este año regalé a catorce de las personas que trabajan en cierta emisora de radio sendos ejemplares de un libro que escribí sobre el uso del idioma. Cada libro lleva una dedicatoria individual, mi teléfono y mi dirección electrónica.

Entiendo que a la mayoría de los destinatarios de mis libros no les interese leerlos. A mí tampoco me interesa leer la mayor parte de la propaganda que recibo por las calles, pero no por eso dejo de dar las gracias a quienes me la entregan.

Ha pasado casi un mes y todavía estoy esperando la palabra ‘Gracias ' de doce de los destinatarios de mis libros en esa emisora. Solo dos me enviaron mensajes de agradecimiento y ¡qué casualidad!, los dos son extranjeros.

¿Cuándo nos enteraremos de que lo cortés no quita lo panameño?

JUBILADO