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- 12/04/2010 02:00
Re-constituyente
He seguidEn este país hay jarabes, ungüentos y píldoras que médicos titulados y por excepción los curanderos recetan con éxito para tratar muchas dolencias físicas, así mismo de manera cíclicica tenemos la pócima o purgante de las siete potencias, que por igual zafios y doctos politólogos recetan para curar todos los males de la patria.
Para el primer mandatario, al inicio de todo nuevo gobierno, la re-constituyente le es propuesta como alfombra mágica para volar más allá del plazo fatal de (apenitas) 5 añitos de gobierno; con plañidera voz lo aconsejan un coro de amigotes, compañeros de viaje y sabihondos del círculo íntimo que, como la mujer de Lot, en el primer revés se convierten en estatuas de sal.
Otro grupo de ciudadanos, ajeno al gobierno, en este mismo periodo toma por asalto los medios de comunicación, pretendiendo convencer a los incautos de que la fatal enfermedad que padece el nuevo gobierno tiene la misma cura segura: Una constitución moderna escrita por ellos.
Lo último, en una movida inesperada, desesperada y tangencial, hace pocos días los Doens del PRD sugieren que el mejor purgante para la goma de mayo es la constituyente (¿Qué dirá Omar cuando se entere?).
Según los re-constitucionalistas, la carta magna que tenemos es un adefesio engendrado por un grupejo de juristas borrachos al mando de los militares del 68 y alegan que nuestra ley de leyes ha sufrido tantos cambios que se ha convertido en una colcha de retazos, inservible para enrumbar la nave del Estado hacia el destino manifiesto de Panamá.
Ignoran la historia de cartas magnas centenarias que se depuran en la jurisprudencia y esporádicos ajustes legislativos. Sin dudas ni ambages, predicen que la re-constituyente es un salto al infinito, a la Presidencia llegarán estadistas preclaros elegidos por voluntad de Dios y en las alturas brillarán como luceros los doctores en jurisprudencia, magistrados y sabios ministros tocados con el cayado de Pedro.
Me atrevo a pensar que estos artífices de la cuarta república, en la futura constitución tacharán de plano al Órgano Legislativo, por temor a que se reelijan los mismos de siempre, duchos politicastros que en todo ejercicio electoral engatusan al pueblo.
De manera que, para evitar el bochorno de enfrentar al populacho, usando licencia deportiva, los catones redactores de la nueva constitución meterán un leve gol y por medio del consabido artículo transitorio, mejorando el estilo de Omar, se autonombrarán legisladores vitalicios.
En plan optimista, los ungidos constitucionalistas depositarios divinos de la voluntad ciudadana, no encuentran difícil de cómo el país se puede dar una nueva constitución. Es cuestión de aprovechar la oportunidad, como hicieron nuestros próceres al independizarnos en 1903 o remedar el carisma del joven doctor Arnulfo Arias del 41. Más fácil todavía, ellos ven factible generar de manera espontánea un golpe democrático como el que logró la Constitución del 46, o copiar las circunstancias histéricas del Golpe de Estado del 68.
Como ven, es facilísimo servirnos una re-constitución a la medida de los abundantes y convincentes argumentos de estos doctores del patio limoso, que el público reconoce a diario por lo enjundioso, insultante y vacuo de su verborrea.
Estos personajes harto conocidos son últimos en considerar la voluntad ciudadana y pretenden desconocer que las revoluciones, ídem movimientos constitucionalistas, tienen por maña tragarse a sus propios engendros. También ignoran que una nueva constitución solo es viable por vía de un golpe militar, manchando de sangre las armas del poder (Omar) o las de insurgentes guerrilleros (Fidel).
Y la otra avenida del cambio para la nueva constitución es el sueño imposible, una amalgama compacta de gobierno y partidos políticos, empresa privada, sindicatos, organismos cívicos, concilios ecuménicos, estamentos policiales y un gran etcétera de grupos variospintos, que en su conjunto forman el gran cuerpo y el alma nacional.
En tanto no surjan estas condiciones insoslayables, tendremos que conformarnos con –de vez en cuando- hilar otro retazo a la colcha que mal o bien nos cobijamos.
*Abogado.rolandoanguizola@hotmail.com