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- 22/07/2012 02:00
Realismo histórico panameño
H ace un par de meses, cuando murió el escritor Carlos Fuentes, mexicano que nació en Panamá por ser su padre diplomático de su país, muchas voces se elevaron para analizar su obra, que se enmarcó en el surgimiento del realismo mágico, que tanto revuelo causó en los años sesenta y cuyas principales figuras han merecido Premios Nobel de literatura o se les han escatimado. En años recientes ha ganado relevancia un género denominado ‘novela negra’ y ahora se señala que los iberoamericanos han hecho una especie de híbrido tomando involuntariamente elementos de ella —cuyos mayores exponentes han sido los escandinavos como Stieg Larsson— y su abanderado más conspicuo es el polémico español residente en México, Paco Ignacio Taibo, autor de la más leída y vendida biografía del Ché Guevara.
Es muy cierto que la novelística se está poniendo cada vez más de moda, y testimonio de eso es la cantidad de libros que se están publicando y algunos, de manera muy acertada, han puesto en primer plano personajes históricos de los cuales nadie se ha ocupado hasta ahora, por lo menos de manera individual. Los textos de historia pocos los leen, pero una buena historia novelada además de enseñar, rescata el valor que determinado personaje tuvo en su momento en el devenir de su entorno.
Andrés Villa, por ejemplo, ha publicado en el término de tres meses dos novelas históricas (o historias noveladas, allí está el debate), la primera sobre Buenaventura Correoso, ese personaje un tanto incomprendido de la historia del Istmo en el siglo XIX, que fue un maestro, líder del arrabal de Santa Ana, juez de paz, presidente del Estado Federal, general de las huestes negras y estadista. Como señala el autor, la historia no le ha hecho justicia. La semana que pasada desempolvó otro personaje hasta ahora poco conocido en su libro Runnels, el verdugo del yankee strip. Y es que Ran Runnels, un Texas Ranger —grupo creado en la década de 1820 para defender lo que posteriormente sería el estado de Texas— llegó al insalubre istmo de Panamá cuando todos los aventureros y los banqueros exultaban por la persecución del oro y se iniciaba la construcción del ferrocarril —llamado por otro escritor El Caballo de Oro—, con la misión de limpiar de bandoleros al área que posteriormente se convirtió, por arte de birlibirloque, en la Zona del Canal. Es patético que después de más de 160 años aún sigamos siendo protagonistas de escenas salvajes, como lo señaló el destacado sociólogo Marco Gandásegui, orador que selló la presentación.
Roberto Brenes, que la inició, destacó la carencia de apoyo a una genuina investigación histórica, en el rescate de los personajes que permitieron encaminarnos como país. Un tico va a presentar un libro sobre Bunau Varilla, el ingeniero francés que firmó el tratado del Canal, en la próxima Feria del Libro, un personaje que, como lo señaló Teddy Roosevelt, le ofreció el istmo de Panamá en bandeja de plata. La famosa frase del presidente estadounidense, ‘I took Panama’, es el título de esa novela corta, en español, Yo Tomé Panamá.
Esto da oportunidad para que se inicie un proyecto como el que cristalizó Enrique Krauze en su obra Redentores, que reúne las biografías de trece personalidades latinoamericanas, desde Evita Perón hasta Hugo Chávez, pasando por José Carlos Mariátegui y José Martí y otros pensadores que fueron encaminando la herencia común. Por eso es estimulante que pronto se hagan realidad proyectos que traten de orientar a los legos y los enterados, sobre quiénes fueron los protagonistas de nuestra historia, porque como bien señala Villa en la página final de su libro: ‘Se puede simpatizar u odiar a un personaje histórico, pero lo que no debe hacerse es ignorarlo’.
ARQUITECTA Y EXMINISTRA DE ESTADO.