• 26/11/2023 00:00

Reflexiones sobre la afiliación política

[...] la decisión de unirse a un partido político depende de las motivaciones individuales, valores y metas de cada persona

De acuerdo con el Tribunal Electoral, 1,706,405 panameños están inscritos en los partidos políticos legalmente constituidos y en formación, cifra que representa el 56.1% del total del registro electoral de 3,041,171 ciudadanos.

Dicha información, siendo yo mismo uno de los inscritos en uno de esos partidos políticos, me obligó a reflexionar sobre las razones que tuvimos para afiliarnos a un partido político y, lo más importante, si prevalecen esas razones en nuestro contexto político actual y es honorable seguir perteneciendo al colectivo político.

En todo caso, un partido político -el que sea- es una organización formada por individuos que comparten creencias y objetivos políticos similares, y que buscan influir en la toma de decisiones del gobierno presentando candidatos a cargos públicos y participando en elecciones. Son -al menos en teoría- instituciones esenciales en una democracia, ya que sirven como mediadores entre los ciudadanos y el gobierno, facilitan la competencia política, contribuyen a la formación de políticas, y desempeñan un papel crítico en la estabilidad y la legitimidad del sistema democrático.

En ese sentido, la decisión de unirse a un partido político depende de las motivaciones individuales, valores y metas de cada persona. Muchos nos inscribimos para respaldar y promover nuestros ideales y creencias; organizar y expresar nuestras opiniones y preferencias políticas; e influir en la dirección de su sociedad. Pero no me sorprendería -anticipándome al análisis que sigue- que otros lo hicieron para postularse a cargos públicos, desempeñar un papel activo en la política y, de paso, aprovechando la cultura del “qué hay pa' mi”, obtener beneficios financieros.

Dicho lo anterior, ahora que estamos en plena campaña electoral, los invito a acompañarme en la reflexión propuesta al inicio y respondernos sinceramente a las preguntas que nos permitan ratificar o no nuestra afiliación al colectivo político que abrazamos ilusionados en algún momento de nuestra vida. Para ello me apoyaré en las características principales que definen buen partido político.

Comenzaré por la que considero más importante, y no es otra que preguntarnos si el partido mantiene la visión, ideología, principios y valores que se declararon al momento de su fundación, y todavía guía sus políticas y acciones. En ese sentido es obligatorio evaluar si el partido y su membrecía, se adhieren a elevados estándares éticos y valores sólidos. Esto incluye la honestidad en la comunicación, la integridad en la toma de decisiones y el respeto por los derechos y la dignidad de todos los ciudadanos.

Íntimamente vinculado a este asunto de los principios y valores está la transparencia en la financiación, la toma de decisiones y la rendición de cuentas y me pregunto si todos los miembros de nuestros partidos son tomados en cuenta a la hora de tomar decisiones y, por ende, comprenden -y apoyan- cómo se utiliza el financiamiento. En ese orden de cosas, vale preguntarnos si el partido es proactivo en la lucha contra la corrupción. Esto implica la implementación de medidas internas para prevenir la corrupción y el respaldo a políticas públicas que fortalezcan la transparencia y la rendición de cuentas.

No menos importante es que el partido tenga un compromiso con el bien común y el interés público por encima de intereses particulares y es obligatorio preguntarnos si las políticas y acciones del partido benefician a la sociedad en su conjunto o a un pequeño grupo de privilegiados. En este sentido, cobra hoy especial relevancia la responsabilidad ambiental y debemos preguntarnos si los miembros del partido -en su rol de gobierno o empresarios- tienen conciencia sobre los daños a la salud de las personas y al medio ambiente que provoca la minería metálica, y por ende, promueven políticas y prácticas que promuevan la responsabilidad ambiental y la conservación de recursos.

Finalmente, está el compromiso con la democracia, y aquí me pregunto si el partido respeta y trabaja dentro de los principios democráticos, lo cual incluye respetar la independencia del sistema judicial y el estado de derecho, lo que implica por fuerza no interferir indebidamente en el funcionamiento del poder judicial y respetar las decisiones judiciales y, lógicamente; la aceptación de resultados electorales, el respeto por los derechos individuales y el compromiso con un sistema político basado en la defensa de la soberanía y participación ciudadana.

Aquí termino con estas reflexiones. Aunque siento que me que quedé corto, el análisis me ha permitido concluir -sin lugar a duda- que el partido político en el que me inscribí hace casi medio siglo, perdió el rumbo, se alejó de la línea que propuso su fundador y no llena las expectativas que esperamos los inscritos y la ciudadanía en general.

Agrego que lo mismo es muy probable que sea el caso para todos los partidos políticos que tenemos, pero no me corresponde evaluarlos. En todo caso, le tocará a cada uno -dependiendo de sus motivaciones individuales, valores y metas- la decisión de permanecer unido a un partido político, o mantener de forma independiente -fiel a sus principios y valores- el compromiso con el bien común y el interés público.

Médico, exrepresentante de la Organización Mundial de la Salud
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