• 24/12/2009 01:00

Regalo para los panameños

La llegada de la Navidad evoca el mensaje de paz y buena voluntad entre los hombres. A las puertas de la celebración de la más grande fe...

La llegada de la Navidad evoca el mensaje de paz y buena voluntad entre los hombres. A las puertas de la celebración de la más grande festividad de la cristiandad hay que admitir, lamentablemente, que ese espíritu ha estado lejos del talante del presidente Ricardo Martinelli. La realidad es que ha embaucado —como el autodenominado apóstol del cambio— a la mayoría de panameños que le dieron su voto creyendo que las cosas serían distintas.

Sus pronunciamientos han ido intoxicando la discusión pública, como si la competencia política no dispusiera de límites ni contrapesos para la agresividad verbal. Se está ante una versión primitiva de la política, porque la ignorancia de algunos de los más conspicuos representantes del gobierno de Martinelli los hace más viscerales y peligrosos. El regalo de esta Navidad es la apertura de nuevos caminos de discordia. “ No a la reconciliación entre panameños ”, pareciera ser la consigna.

La estrella de Belén, no es capaz de opacar la desenfrenada ambición de Martinelli por controlar todos los poderes y someter al Estado a su voluntad. Nada conspira más contra la gobernabilidad que el hecho de que los poderes del Estado sean avasallados. Pero Martinelli está convencido de que los panameños lo eligieron para avanzar sobre los demás poderes.

Una sumisa Asamblea Nacional de Diputados aprueba leyes que le sirven únicamente a Martinelli. La burla que significó la designación de dos magistrados, demuestra que busca reducir a la Corte Suprema de Justicia a una mera instancia decisoria del Ejecutivo y convertirla, junto con el Ministerio Público, en un instrumento de terrorismo judicial. El objetivo final es hacer de los jueces simples agentes del Ejecutivo, con la amenaza que eso supone para las libertades individuales. En todo esto resulta alarmante la relación de sometimiento de los medios de comunicación que le hacen el juego, complacientes o atemorizados.

Martinelli regala a los panameños un fracaso en las políticas de seguridad, y la improvisación en materia de educación, de salud, del agro, vivienda e infraestructuras y el plagio del proyecto de transporte público.

Regala la derogación de la Carrera Administrativa, la descentralización del Estado y el cercenamiento de la Red de Oportunidades. Regala una política exterior errática, con la que Panamá ha perdido su rumbo integrador y su prestigioso papel de equilibrio y moderación ante la comunidad internacional.

En esta Navidad Martinelli regala una situación económica que no ha hecho nada por frenar el alza constante de la canasta básica ni responde a las demandas de los más necesitados, sumado a la persecución y despidos masivos de funcionarios públicos para crear espacio a su clientela política. Regala el menosprecio a las reglas de la administración pública, con cientos de millones de balboas en contrataciones directas sin transparencia y con una Contraloría General de la República en manos de una de sus subalternas.

Los panameños que quisieran como regalo de Navidad ver personificado a Martinelli como el líder de la construcción de un nuevo país, se quedaron con las ganas de asistir al surgimiento de un renovado estilo de hacer política en el que lejos del actual clima degradante, la decencia no sea una novedad o una especie en peligro de extinción.

*Periodista.d_olaciregui@hotmail.com

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