• 15/06/2020 00:00

El remedio fue peor que la enfermedad

"[...] se hace imperativo reevaluar, pues mantener el encierro nos costará a todos los panameños. Al final no tendremos ni salud ni economía"

Panamá tiene el confinamiento más severo y prolongado del mundo, y muy pobres resultados en la batalla contra la COVID-19. El Minsa se rehúsa a contemplar siquiera la posibilidad de que esos malos resultados sean, no a pesar de, sino a consecuencia del confinamiento severo y excesivamente prolongado, pero esta es una posibilidad que cada vez tiene más indicios a favor.

Panamá inició bastante bien. Confirmado el primer caso el 9 de marzo, el Gobierno actuó rápidamente la primera semana, con medidas importantes para contener la propagación, tales como cierre de escuelas, cancelación de eventos masivos, promoción del teletrabajo y cancelación de vuelos internacionales. Luego de dos semanas, el Gobierno instauró un toque de queda de 24 horas. Esta medida, a la luz de la información que teníamos en marzo, es defendible dado que, ante la incertidumbre, era preferible dar un frenazo, en lugar de apuntar a la optimización de la respuesta. Visto lo visto en Wuhan, Irán, Italia y España, era preferible errar del lado de la sobrerreacción, por razón del principio precautorio. Imponer un confinamiento de dos semanas, como se anunció inicialmente que era la intención, estaba dentro de la respuesta racional. La primera semana de abril se alcanzó un pico y se inició un descenso en las métricas duras de ingresos netos a cuidados intensivos y sala, pico que el Ministerio de Salud (Minsa) confirmó semanas después, que se había dado los primeros días de abril. Allí debió iniciarse la desescalada del confinamiento, pero no se hizo.

El Minsa no quiso desconfinar y prefirió en su lugar esperar. Pasó más de un mes más para que abrieran el primer bloque con una timidez desesperante. Tuvo que darse una consistente presión ciudadana en redes sociales para que nos aligeraran el confinamiento, recreo que tristemente no duró ni siquiera la semana completa, para sorpresa y molestia de gran parte de la ciudadanía.

En algún punto del camino, en el Minsa dejaron de ejercer autocrítica. Desde la segunda quincena de abril reconocían que un confinamiento no debe ser tan largo. Pero por excesiva timidez, decidieron esperar que los casos nuevos cayeran por debajo de 100 casos diarios, cosa que nunca se sostuvo. Siguieron postergando la desescalada hasta que la presión ciudadana los llevó a iniciarla a regañadientes, y de modo demasiado lento y tímido, para luego volver a confinarnos.

En contraste y en paralelo a Panamá, la República Checa, con 10.7 millones de habitantes, llevaba en marzo más muertes por COVID-19 que Panamá. Sin embargo, levantaron su confinamiento la primera semana de abril, cuando recién habían alcanzado un pico de casos y comenzaban a descender. No esperaron a que los casos diarios continuasen descendiendo o se mantuviera por más de 14 días la tendencia descendente, sino que desconfinaron prácticamente de golpe. Al 31 de marzo, último día del confinamiento checo, llevaban 31 muertos, contra 30 de Panamá a la misma fecha. En esa situación levantaron el confinamiento, y las dos curvas de mortalidad de los dos países, que hasta ese momento iban casi paralelas, comenzaron a divergir. Según la tesis que mantiene el Minsa de que sin confinamiento no hay paraíso, usted podría pensar que esa divergencia habría sido en detrimento de los checos, y que estos han de tener una alta mortalidad por COVID-19 en este momento. Pero se equivocaría, pues la divergencia de las dos curvas no fue favorable a Panamá, sino a República Checa. Al momento de escribir este artículo, viernes 12 de junio por la tarde (antes del anuncio diario de los decesos y casos nuevos), República Checa tiene 329 muertos por COVID19 vs. 418 de Panamá. Esto es, la República Checa, con 2.5 veces la población de Panamá, tiene menos muertos por COVID-19. En términos relativos, la mortalidad por millón de habitantes de República Checa es de 31, contra 97 de Panamá; es decir, en realidad Panamá ahora tiene más del triple de muertos en términos relativos, que República Checa. De nuevo: si seguimos la tesis del Minsa de que ha sido el confinamiento lo que ha evitado que tengamos más muertos de los que ya tenemos, esto que ha ocurrido con República Checa no tendría explicación lógica.

Pero en realidad sí hay una posible explicación que el Minsa se niega a ponderar: que haya sido justamente el confinamiento severo y prolongado, la causa de nuestros malos resultados. Es contraintuitivo, pero hay alguna evidencia que apunta a que los confinamientos, especialmente los severos y prolongados, causan más eventos de supercontagio, que son los que propagan realmente la epidemia. Tenemos ya suficientes casos de países que no hicieron confinamiento obligatorio en ningún momento, y tienen menor mortalidad relativa que Panamá. Están, por ejemplo, Japón, Uruguay, Corea del Sur, Costa Rica, Hong Kong y Taiwán, todos tienen menor mortalidad por COVID-19 que Panamá, e incluso que República Checa, y ninguno hizo confinamiento forzoso en ningún momento. Japón y Uruguay tienen 7 muertos por millón de habitantes, Corea del Sur 5, Costa Rica 2, Hong Kong 0.5 y Taiwán 0.3. Eso sí, todos estos países aplicaron medidas de distanciamiento, reconocieron temprano la importancia del uso masivo de mascarillas en sitios cerrados y transporte público, y cerraron escuelas. Y no es que estos países hayan hecho más testeo, pues Japón ha hecho 2.5 pruebas por millón de habitantes, contra más 18 de Panamá. De hecho, de los países mencionados, solo República Checa, Hong Kong y Corea del Sur han hecho más pruebas por millón de habitantes que Panamá, en tanto todos los demás países mencionados han hecho menos testeo que Panamá, en función de su población.

Los miembros del equipo del Minsa apostaron todo al confinamiento, y ahora están atados por el sesgo de confirmación y un sesgo ideológico, por lo que a estas alturas les costaría mucho admitir que el confinamiento duro y prolongado fue un error. Pero se hace imperativo reevaluar, pues mantener el encierro nos costará a todos los panameños. Al final no tendremos ni salud ni economía. Señor presidente, abra ya el país.

Abogado
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