• 30/09/2021 00:00

El tiempo y las responsabilidades

“[…] hay que destacar que nos están timando con vileza los recursos; el mandador, está obligado a renovar la esperanza en el ahorro y en la eficiencia gubernamental”

Los escándalos gubernamentales son el fenómeno revelador de la corrupción. La corrupción, en su expresión más clara y sencilla, es el vicio o el abuso introducido como irregularidades en el sistema de la administración pública y privada. Resulta importante mencionar que los preceptos, las normas o disposiciones legales son díscolas para los colaboradores, empleados, servidores públicos y empresarios deshonestos.

Un Buen Gobierno, comienza por apartarse de las posturas retóricas, y se ejercita con las posturas del accionamiento. De modo que, uniendo fuerza en su efecto de hacer poner la casa en orden, en un correcto seguimiento a la ejecución y cumplimiento de los numerales 11 y 14 del artículo 3 del Decreto Ejecutivo 279 del 3 de julio de 2019, donde las disposiciones legales invocan a la Auditoría Administrativa (Admitoria) para enfrentar la corrupción.

De forma que, al solicitar las copias de los exámenes correspondientes a las Admitorias, se actúa primero con el diagnóstico de la entidad, competencia de la Presidencia. La Admitorias es la faena exclusiva de las unidades ejecutoras denominadas Auditoría Interna. Esta obtiene su formalidad en 1991, para mayor ilustración, léase del diario La Estrella de Panamá, el miércoles 27 de noviembre de 1991, las páginas B4 y B5 – Las normas de auditoría interna No. 1 para las instituciones del sector público. Luego, siguieron las normas de 1995, 1996 hasta 1999. De modo que, Auditoría Interna haga su trabajo. La ciudadanía está indignada por el desorden en la casa de Gobierno.

Por otro lado, el incumplimiento de las disposiciones legales de las normas de control interno es un acto de desobediencia, que permite las irregularidades y las malas prácticas existentes en las instituciones por falta de Admitorias, como ejemplo recurrente tenemos a la Caja de Seguro Social en sus inmoralidades en la gestión pública.

Asimismo, observamos a la Procuraduría de la Nación mirando para otro lado, sin observar los elementos de convicción fijadas en la responsabilidad en la norma del año 1999 por la Contraloría. Al presente, el Ministerio de la Presidencia, con la inacción y las omisiones, ratifica las anomalías. ¿Qué logramos? Continuar con el relajo en el erario.

La pregunta a los colaboradores: ¿dónde quedó la apoteosis del mandatario, cuando en su momento exaltaba su prescrito presidencial: “Prohibido mentir, prohibido robar, y prohibido permitir robar”?

Para finalizar, hay que destacar que nos están timando con vileza los recursos; el mandador, está obligado a renovar la esperanza en el ahorro y en la eficiencia gubernamental. En vista de que la memoria histórica de la Nación registra tres contralores amanuenses copista de la corrupción. No Obstante, observamos en el pasado reciente, el reflote de la Dinai –Dirección Nacional de Auditoría Interna, escondida y oculta por un largo tiempo. Ahora, la ciudadanía espera las acciones con criterios independientes. Esperamos que aseguren los Activos del Estado, porque tampoco olvidamos el 2005, la disimulación de la Secretaría Ejecutiva del Consejo de Transparencia contra la corrupción, impulsada por la agrupación política de turno. ¿Quién se hace responsable?

Lcdo. en Administración Pública, CPA.
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