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- 04/06/2014 02:01
La Gestión de Riesgo, un desafío por cumplir
La gestión del riesgos de desastres es un proceso que inicia con la prevención, especialmente en el hogar y se fortalece en los centros escolares. ¿Cuánto hemos avanzado en ello?, ¿cómo podemos medirlo?, cuando en el pasado nos enseñaron que ‘en Panamá no pasaba nada’, que ‘habíamos sido bendecidos por Dios’; sin embargo, hemos visto la semana pasada, en el distrito de San Miguelito, cómo un deslizamiento de tierra provocó el colapso de una residencia, gracias a Dios sin víctimas que lamentar. Pero, ¿dónde estaban las instituciones vinculadas al tema y/o las de desarrollo comunitario, como el Municipio, que no le han dado el seguimiento a esta problemática, pues no es de ahora, sino que data desde que se creó este distrito, máxime cuando en estos tiempos hablamos de ‘ciudades resilientes’?
Sin embargo, la gestión del riesgo de desastres va mucho más allá, logra penetrar el tejido social de las poblaciones vulnerables, tratando de reducir o mitigar los embates que la naturaleza y el hombre han ocasionado en la generación de nuevos desastres y emergencias. Asimismo, tiene que ver con los preparativos ante las emergencias y desastres, a fin de que las instituciones de respuesta puedan brindar una atención profesionalizada a las comunidades que tanto lo han necesitado.
¿Y cómo se hace gestión de riesgos de desastres? Primero, sin improvisaciones de los tomadores de decisiones, con la implementación de protocolos y reglamentos actualizados, aunado a una coordinación holística con otras entidades o con organismos vinculantes al tema y, lo principal, desarrollada en las comunidades y poblaciones vulnerables; porque ellos son los ‘sujetos y objetos’ de la reducción del riesgo de desastres en Panamá.
Aunque muchos han sido los avances y esfuerzos que se han desarrollado en la última década por la llamada gestión del riesgo de desastres, en Panamá durante este último quinquenio, las prácticas desafortunadas —y hasta improvisadas— por los organismos encargados en este tema han puesto de manifiesto la necesidad de rescatar la mística del voluntariado y del compromiso institucional, como sistema integral para reducir los efectos que ocasionan los desastres y las emergencias en nuestro país.
Si bien es cierto, durante años anteriores se actualizaron leyes, protocolos, normas y procedimientos ante emergencias y desastres, aunado a la ejecución de proyectos de desarrollo comunitario como protección civil escolar, desarrollo comunitario, prevención de riesgos comunitarios, como el ‘BOSAI’, por sus siglas en japonés, y el fortalecimiento de las capacidades locales en gestión de riesgo, entre otros; durante estos últimos años poco se vio reflejado el trabajo realizado por más de veinte años. No obstante, toca a las nuevas autoridades entrantes tratar de devolver a las comunidades y al pueblo, primero, la confianza y la seguridad de contar con profesionales con formación académica, debidamente capacitados y preparados ante eventuales eventos adversos que pudieran desencadenarse en emergencias y/o desastres.
Al parecer, la gestión del riesgo de desastres fue ‘invisibilizada’ en estos cinco años, nadie le prestó la atención pertinente y la importancia necesaria en un país con grado de inversión, en una ciudad de cemento, la capital de la nación que creció de manera desordenada y sin ningún desarrollo urbano amigable al ambiente; incrementando así la vulnerabilidad en zonas inundables y creando áreas de riesgo donde antes no existían, vulnerando las capacidades de respuesta de la población panameña.
Esta reflexión nace como un llamado de atención de la clase profesional y de los verdaderos especialistas en gestión de riesgo, para que las nuevas autoridades consideren como tema de Estado la reducción del riesgo de desastres en Panamá y se apliquen las políticas existentes en esta materia.
BIÓLOGO