• 20/03/2019 01:00

A ritmo de debate

Esta justa debe lograr por lo menos seis pasos, según los teóricos para alcanzar sus objetivos. En primer lugar, un tema central que debe ser claramente establecido

El ritmo o las perspectivas de una sociedad están marcados por el nivel de relación que desarrollen los variados grupos que la integran. Su trayectoria puede determinarse por esa interacción donde cada colectividad impulsará actividades específicas para que se consolide esa unidad que define el perfil del conjunto nacional; de allí y sin que parezca redundancia, el concepto de nación.

Las acciones de plurales sectores se nutren de valores, intereses e ideología, forjados en el contexto de sus praxis cotidianas. Así, procuran exteriorizar sus estrategias, su visión del rumbo que debe tomar el país y de ese modo se hace un programa político que implica la manera en que habrían de conducir la nave estatal para administrar la cosa pública (res publica, de donde viene la noción de república).

De allí la proyección de los debates políticos; actos de comunicación o de exposición de ideas diferentes sobre un mismo tema en que los argumentos se desafían o contraponen y se sustentan para llegar a conocer la ruta que traza una actuación o conducción de la administración en el nivel que corresponda a los integrantes del enfrentamiento. El éxito de ellos dependerá de la solidez, calidad y pertinencia de contenidos y exposición.

La apertura del periodo de campaña electoral en el país, está marcada por estos cotejos verbales que permiten a la población conocer a los candidatos, así como sus enfoques y puntos de vista sobre la suposición de gestión una vez que lleguen a ser elegidos. Cada sector trata de lograr que coincidan los principales aspirantes para que analicen un campo específico o brinden información de cómo habrían de desempeñarse en el mandato.

Esta justa debe lograr por lo menos seis pasos, según los teóricos para alcanzar sus objetivos. En primer lugar, un tema central que debe ser claramente establecido. Equipos de trabajo deben configurar los juicios y premisas a exponer. Una preparación personal y dominio de los múltiples aspectos de la exposición. Organizar los elementos de hipótesis y tesis a plantearse; el propio encuentro del debate y la concurrencia y precisión del moderador.

Aunque el modelo de enfrentamiento nació del esquema utilizado por Abraham Lincoln y Stephen Douglas en 1858, basado en lineamientos morales; tuvo una célebre variación hacia la conducción de los destinos del país con Kennedy y Nixon en 1960. Este último, es el que se adopta en la actualidad y se establecen parámetros formales al brindar a los oponentes una guía de los principales elementos de las áreas de discusión.

¿Cuál es el objetivo de la jornada? La respuesta a esta pregunta es importante porque fijará los resultados en términos de lograr los propósitos previamente establecidos. Al final habrá que considerar si por ejemplo quedó bien clara la postura de cada uno de los candidatos. Si hubo concreción en la argumentación y articulación de propuestas. También es importante saber cómo se reflejó la personalidad de los aspirantes y la empatía alcanzada por ellos.

Un debate puede también convertirse en una burda caricatura de contraposición de ideas. Si no se mantiene el respeto mutuo; si el temperamento de alguno o varios de los actores del encuentro deriva hacia la burla y al enfrentamiento personal y se olvidan los juicios, puede perderse la orientación. Es lógico que esto va a estar en función de la conducción y el trabajo del moderador para volver siempre a los fines propuestos.

Se requiere en ocasiones fuerza y calidad oratoria para defender argumentos; porque tales enfoques reproducen la consistencia del potencial gobernante para alcanzar sus planes, cuya coherencia debe ser primero conceptual. De allí la trascendencia de tal impostergable cita política para una sociedad como la nuestra que requiere de insumos claros para tomar decisiones serias sobre el futuro.

PERIODISTA

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