• 16/06/2014 02:00

Partidos políticos o sectas oligárquicas (I)

Desde principios de nuestra vida republicana, la actividad política nacional giró en torno a los partidos heredados de Colombia

Desde principios de nuestra vida republicana, la actividad política nacional giró en torno a los partidos heredados de Colombia. Tanto liberales como conservadores sentaron las bases de las primeras instituciones nacionales. Sin embargo, su influencia ideológica se borró rápidamente durante la primera mitad del siglo XX.

Las banderas liberales se destiñeron, provocando la proliferación de grupos sectarios. Las generaciones subsiguientes reciben influencia muy limitada de los antecesores. A mediados de la década de 1930 se comienza a notar los fraccionamientos partidistas, aflorando como consecuencia o, por el contrario, como causa, las ambiciones personales, el afán de enriquecimiento y las confabulaciones palaciegas para perpetuar en el poder a un grupo o a una clase ‘especial’ de panameños. Los tradicionales liberales ‘doctrinarios’ se fraccionan en tendencias adaptadas a circunstancias momentáneas o a liderazgos personalistas, borrando la esencia de sus postulados (porristas, panchistas, dominguistas, jimenístas, alfaristas o chiarístas).

Un elemento adicional, propio de nuestras organizaciones partidarias lo constituye la escuálida militancia de sus miembros, la ausencia escuelas de formación de líderes y su poca representatividad en la discusión de los problemas nacionales. Con muy limitadas excepciones, la mayoría expresa los intereses de grupos particulares, excluyendo los intereses de la sociedad panameña. Esto los convierte en organismos amorfos, dependientes, débiles, plutocráticos, carentes de liderazgo y sin hegemonía social.

Es obligatorio considerar la situación precaria de la cultura política panameña, la cual influye negativamente en el desarrollo de la institucionalidad democrática. No hemos encontrado un ambiente propicio para cultivar la cultura democrática, que pueda superar la tradición autoritaria y caudillista de los sistemas políticos heredados. Además, la manipulación, el fraude y la violencia política producen una atmósfera de inseguridad y de falta de credibilidad.

Continuará...

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