• 06/02/2017 01:03

En sentido de urgencia

La llamada ‘declaración de oportunidades' que señala Kotter no ha sido definida con la intención de contagiar al que espera en la parada de buses

En las teorías esbozadas en las bibliográficas del mundo de los negocios para el mejoramiento de las organizaciones, a fin de revitalizar los equipos de trabajo en las empresas (para salvarlos de la decadencia), John Kotter esbozó en su libro ‘Leading Change', en la década de 1990, un proceso de ocho pasos que se deben seguir para comenzar las trasformaciones necesarias. El primero de esos pasos llama a los líderes a ‘crear un sentido de urgencia' para: ‘Ayudar a que otros vean la necesidad de cambio a través de una audaz declaración de oportunidades y aspiraciones que comunican la importancia de actuar de inmediato'.

Si el reto que tenemos aquí en Panamá es el de acabar con las injusticias más asfixiantes: la corrupción, en sus más perversas formas; ese ‘sentido de urgencia' debe contagiar a la población, a fin de que oprima cualquier intento de los que no quieren que esa conducta cambie.

La llamada ‘declaración de oportunidades' que señala Kotter no ha sido definida con la intención de contagiar al que espera en la parada de buses, el panameño de a pie, a que se manifieste todos los días por un mejor país. Tampoco existe una declaración que haga entender la oportunidad histórica que tienen los del Ministerio Público y el resto de los mortales de salvar la Nación de una debacle: y en ese actuar, convertirse en héroes nacionales. Fue esbozada para los líderes; uno o varios que se atrevan.

En este tiempo, en que las protestas se convocan por las redes sociales, encontrar individuos con algún grado de credibilidad y sin agendas ocultas que den la cara, es un tanto difícil. Formar una organización estructurada robustamente para darle seguimiento a los planes, las acciones y para marcar el camino a largo plazo, sea en la calle o en los foros de discusiones que retan el statu quo : esas convocatorias por Twitter o WhatsApp se diluirán después de un tiempo.

En el año 2011, mediados de septiembre, un movimiento convocado a través de los medios electrónicos tomó forma en los Estados Unidos y cobró mucha fuerza; ‘Occupy Wall Street': plantados todos los días en las escaleras de la casa del poder mundial, como movimiento se extendió a unas doce ciudades estadounidenses y pudo reclamar triunfos significativos después de varias semanas.

El Banco OneWest, el más grande en el sur del estado de California, y Fannie Mae, una empresa de financiamiento inmobiliario financiado por el Gobierno, tuvieron que detener una orden de lanzamiento inmobiliario contra la trabajadora Rose Gudiel como resultado de una ‘brillante ejecución de protesta' de los manifestantes con apoyo de activistas sindicales y comunitarios. También apoyados por grupos comunitarios pudieron capitalizar el impulso del movimiento a nivel nacional para oponerse a los embargos hipotecarios y los lanzamientos. Pero después de un tiempo el movimiento murió lejos de conquistar otros objetivos sociales… a falta de claras figuras —individuos de carne y hueso— que señalaran el camino a seguir, parados con un megáfono sobre un tinaco en medio de cualquier plaza o en la calle como en los viejos tiempos.

En el afán de encontrar consenso entre varios sectores de la población, es necesario un líder que pueda convencer a los que observan todo con sospecha. Como dicen los teóricos: un líder que ‘mira más allá'. Que asuma retos que para otros parecen inalcanzables. Que se extiende y cree firmemente en sus intenciones y posibilidades de cambiar el universo. Su visión no tiene límites, nunca percibe obstáculos insalvables. Kotter señala que el ‘liderazgo define cómo se debe ver el futuro, alinea a las personas con la visión y los inspira para que suceda a pesar de los obstáculos'.

Los politiqueros actuales solo ven las próximas elecciones y lo hace pensando en beneficio de su partido y en los negocios. Y entre familiares, socios, primos y compadres… la cosa seguirá igual.

Este asunto de ‘reclamar el adecentamiento de la cosa pública', #caigaquiencaiga, no se puede seguir manejando con las redes sociales ni por figuras cuestionadas por otras razones u otros motivos, como ocurrió con el rechazo a los políticos en la marcha de hace unas semanas. Los miserables y corruptos siguen ganando tiempo, se burlan y tratan de mantenernos enredados. Urge una figura respetable que aglutine con seriedad y decisión la voz de la indignación.

COMUNICADOR SOCIAL.

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