• 07/12/2022 00:00

¿Quién ha sido el mejor presidente de Panamá?

“Urge que nuestras autoridades educativas fomenten textos históricos alejados del sectarismo [...]. Tenemos derecho a saber lo bueno y lo malo de nuestros gobernantes”

Nunca ha habido un concurso para determinar ¿quién debería ser considerado el mejor presidente de nuestra historia?

Si vemos encuestas que se hacen a nivel continental, notamos con preocupación que, de los peores calificados, está nuestro mandatario, Laurentino Cortizo. No sé quién o quiénes participan en esas encuestas, pero creo difícil que un tico o un argentino puedan calificar la gestión de quien actualmente nos gobierna.

La única manera que tiene la población de expresar su apoyo o no es a través de las elecciones y aún estamos lejos del 2024 para poder saber cómo la población calificará la gestión de Cortizo y del PRD.

Eso de concursos me hace recordar uno, del cual nunca me enteré de que se había verificado en el que, a páginas enteras pagadas con fondos públicos, quien me reemplazó en la Alcaldía de Panamá en abril de 1991, publicó a ocho columnas “Cochez es el ladrón más grande en la historia de Panamá”.

Achacarme esa negativa distinción ocasionó varias reacciones mías. Además de presentar la correspondiente denuncia por calumnia e injuria, acudí de inmediato –siendo ya legislador, lo que hoy es un diputado- al Ministerio Público donde me habían acusado de apropiarme de un vehículo y de una donación de la República de Taiwán, para decirle al fiscal que, renunciado a mi inmunidad parlamentaria, estaba a sus órdenes para someterme a cualquier investigación.

Nunca me llamaron porque no encontraron méritos para hacerlo, ya que no se había perdido ningún vehículo y tampoco me había apropiado de donación alguna. El contralor Rubén Darío Carles posteriormente certificó no haber encontrado ninguna irregularidad durante mi efímera gestión alcaldicia de 15 meses.

En mi próximo libro, “Luchar sin Permiso”, doy detalles de ese lamentable hecho que vanamente intentó desprestigiarme.

Sin hacer concurso alguno, de acuerdo a lo que he estudiado de la historia nacional -que lamentablemente cada vez se enseña menos en Panamá- llego a la conclusión de que el mejor presidente ha sido Belisario Porras Barahona, y por mucho.

Porras ejerció el cargo en tres ocasiones diferentes. Fue presidente entre 1912 y 1916, luego primer designado encargado del poder Ejecutivo en los años 1918 y 1920 y posteriormente presidente constitucional de 1920 a 1924.

Fue abogado, arquitecto, escritor, poeta, profesor, diplomático, militar, político y periodista. Nacido en Las Tablas y habiendo fallecido su madre a temprana edad, fue criado por su abuela materna. Su padre, el político colombiano Demetrio Porras Cavero, quien a los 14 años se llevó a Belisario a Colombia para que terminara sus estudios y emprendiera su carrera de abogado, la que culminó con honores. Obtuvo una beca del Gobierno colombiano para doctorarse en Europa, donde viajó mucho. De allí su amplia cultura y dones de escritor y diplomático.

Fue liberal radical, enfrentándose a los liberales de dinero como los Chiari. De allí sus ideas progresistas y sus creencias sociales de avanzada ajenas a los conservadores vinculados a la anquilosada Iglesia católica. Su ímpetu político no le impidió tomar las armas en 1900 para ser uno de los jefes militares del Partido Liberal Colombiano en la guerra de los 1000 días, acompañando al general Victoriano Lorenzo.

Porras se adelantó a su época. Llevó a Panamá al mundo con la Feria Mundial que desarrolló en lo que hoy se llama el barrio de La Exposición. Comenzó a conectar un país que carecía de vías terrestres y ferrocarriles en Chiriquí.

Promovió la creación de escuelas y su obra máxima, llamada en su época el elefante blanco, porque, según sus detractores, era demasiado grande para Panamá, el Hospital Santo Tomás. Irónicamente cuando murió, en 1942, no pudo ser atendido en ese nosocomio porque se había quedado chico. No tenía camas disponibles.

Porras se enfrentó a la prepotencia de Estados Unidos que, en 1918, durante su primer mandato, sus tropas ocupaban la provincia de Chiriquí, supuestamente para proteger a sus ciudadanos después de un fallo adverso a un norteamericano en un tribunal chiricano.

No fue fácil, pero logró ganarse el respeto de Washington. En una ocasión se negó a entregar la isla de Taboga, que la pedían por aquello de que era necesaria para la defensa del Canal.

Si le preguntas a algún joven sobre este presidente quizás solo recuerde que hay un parque y una avenida con su nombre.

Urge que nuestras autoridades educativas fomenten textos históricos alejados del sectarismo en los que se describe al general Omar Torrijos como el salvador de la Patria y a Arnulfo Arias Madrid como preclaro mandatario nacionalista. Tenemos derecho a saber lo bueno y lo malo de nuestros gobernantes. Quizás, conociendo nuestra historia, seremos mejores ciudadanos.

Analista político.
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