• 02/08/2022 00:00

La sobremesa

La vida se hace cada vez más difícil para la gran mayoría de nuestros hermanos panameños, porque los costos de subsistencia se hacen cada día más onerosos y el pueblo mareado con tanto subsidio ha ido perdiendo su dignidad.

La vida se hace cada vez más difícil para la gran mayoría de nuestros hermanos panameños, porque los costos de subsistencia se hacen cada día más onerosos y el pueblo mareado con tanto subsidio ha ido perdiendo su dignidad.

Muchas de estas alzas en productos básicos obedecen a circunstancias externas que poco o nada podemos hacer para mitigarlas sin comprometer más nuestras escuálidas finanzas. Pero ¿Cómo hacerle entender al pueblo que este es igual que subirle la camisa para bajarle los pantalones? Que todos esos subsidios “temporales” más temprano que tarde los tendremos que pagar.

La violencia producto de la impotencia y los malos ejemplos de las clases dominantes se sigue enseñoreando por todo nuestro territorio y lejos de aplacarse en cada nueva manifestación hay mayor intensidad y beligerancia.

La dignidad nuestros valores cívicos han perdido significado y las personas se destruyen unas a otras presencial y digitalmente bajo el estímulo de la impunidad de la ignorancia y de los peores sentimientos de odio y venganza.

La moral de nuestra nación se encuentra en cuidados intensivos, negarlo es una necedad y muy peligroso es seguir actuando con indiferencia.

No hay semana en que no se produzca en alguna vía pueblo o ciudad algún tranque como medida común para ser escuchados por las autoridades. Dentro de este escenario cansa leer las desmayadas declaraciones de nuestros partidos políticos que cuidan tanto lo que dicen que al final no dicen nada. ¿Qué podemos hacer? Hay que afrontar los reclamos y tratar de resolverlos con valerosa entereza. Para ello es necesario ante cualquier solicitud despojarnos de nuestros egoísmos y poner primero a la Patria.

Atacar la corrupción tanto del sector público como el privado y sindical desde su origen sin complacencia. Es decir, todos debemos estar dispuestos a hacer lo mismo que le exigimos a los demás. Tomar en cuenta nuestras verdaderas necesidades y las causas que la circundan.

Buscar con urgencia a los más capacitados y mejores panameños para que brinden su concurso sin discriminaciones y procurar que quienes tienen responsabilidad directa o influencia social de cualquier clase la empleen solidariamente en el esfuerzo de salvar a Panamá. Y aquellos que se enseñorean en el caos con intenciones aviesas apartarlos con la verdad con firmeza y combatir las costumbres dedicadas a utilizar mediante el engaño a las masas irredentas.

Y, por último tocar nuestro himno nacional en cada mesa de diálogo legado de nuestros próceres, ya que cada estrofa del mismo es un homenaje a la conciliación.

Ciudadano panameño
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