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- 04/09/2020 06:48
Sociedad política de clientelismo y fichaje políticos
La Real Academia Española (RAE) describe el concepto de clientelismo como la “práctica política de obtención y mantenimiento del poder asegurándose fidelidades a cambio de favores y servicios”. Los politólogos Cas Mudde y Cristóbal Rovira Kaltwasser definen al clientelismo político como “un modo particular de intercambio entre grupos de electores y políticos, gracias al cual los votantes obtienen bienes (pagos directos o acceso privilegiado de empleo, bienes y servicios, por ejemplo) a condición de que apoyen a un patrón, partido”. (Wikipedia.org). La Academia lo considera como un término “polisémico y difuso” (Que tiene más de un significado); no obstante, lo anterior, en general se describe como el fenómeno de distorsión de la política electoral con fundamento doctrinario, por el intercambio de favores personales a cambio de torcer la voluntad general o del voto electoral o, simplemente, prebendas personales por el voto en las elecciones populares.
Por su parte la RAE define el fichaje como la “acción y efecto de obtener los servicios o la ayuda de alguien”. Aunque en otras latitudes, el fichaje político tiene diferentes significados por ejemplo en México se asemeja más al transfuguismo político, en nuestro medio se refiere a la adhesión política e incondicional del prosélito al politicastro o cacique político local de manera continuada no solo en los períodos electorales como es el caso del clientelismo político.
En el “corpus politicum” de la sociedad panameña, tanto el clientelismo político como el fichaje político, han ocasionado desbastadores consecuencias institucionales (Estado en crisis permanente o semifallido); económicas (corrupción pública y privada) y sociales (sociedad excluyente y desigual). La Famosa frase del presidente-mártir estadounidense John F. Kennedy, “no preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país”, ha sido trocada en Panamá, por la pintoresca y coloquial frase electorera y clientelar “que hay pa’ mí”.
“Otros polvos trajeron estos lodos”. En efecto el cambio de cultura política fue un largo proceso que se inicia con la oligarquía del ancien régime y se agudiza a grados intolerables con los gobiernos pos invasión, quizás con la sola excepción del gobierno del presidente Guillermo Endara Galimany. Desde luego, ello vino de la mano del neoliberalismo, cuyo fundamento filosófico es el individualismo, proceso orientado al egoísmo personalista; allí las capas ilustradas y pudientes de la sociedad reivindican el ciudadano libérrimo; pero el pueblo medio, excluido y depauperado es objeto de los politicastros carroñeros que imbecilizan o cosifican a la persona humana pobre y lo transfiguran en objeto, cosa, clientela y ficha.
En dicha transfiguración los partidos ideológicos se transforman en entelequias políticas, de ideología y práctica política única (neoliberales y clientelistas) y los miembros o “cuadros” políticos en clientela y fichas políticas al servicio del gamonalismo y de sus prácticas corruptas, en calidad de testaferros o de mandaderos o “mayordomos” de la felonía política.
Es por ello que las capas bajas de la sociedad (clase media y trabajadores) mutados de ciudadanos con deberes y derechos a objetos clientelares y fichajes políticos; rinden su dignidad humana a las dádivas del “patrón”, de los poderes fácticos –porque los politicastros son arlequines- de quienes dirigen los hilos del poder, de las personas y grupos privilegiados, que, en última instancia, deciden el rumbo de la Nación panameña: “La Bancocracia”. ¡Así de sencilla es la cosa!
El autor es abogado y analista político.