• 09/10/2008 02:00

SSR: el debate

Resalta el Barómetro de las Américas en lo más alto del índice de confianza del ciudadano, a la Iglesia con el 73.9%. Para nosotros esto...

Resalta el Barómetro de las Américas en lo más alto del índice de confianza del ciudadano, a la Iglesia con el 73.9%. Para nosotros esto indica que es la institución más confiable, y que ante los ojos de la mayoría de los panameños debe haber una íntima relación entre la ética y la moralidad, que debe permear en las instituciones y los actos públicos.

Es cierto que algunos le hemos fallado, pero la iglesia por más daño que desde adentro mismo se le haya hecho sigue siendo un institución respetada, baluarte de la moralidad y guardiana de las enseñanzas de Jesús. Hoy tras la lucha por imponernos una ley de Salud Sexual y Reproductiva (SSR), desde afuera algunos tildan a la Iglesia y atacan a los defensores de una sexualidad sana con términos despectivos tildándolos de ignorantes, retrógrados y fundamentalistas.

Estos “intelectuales” modernistas y que se definen a sí mismos como “progresistas”, incluyendo las organizaciones GLBT, son una minoría que afirma tener el monopolio de la verdad, su verdad. Entiendo que hay lugares como Fort Laudardel, donde pueden ejercer como bien les parezca “su sexualidad”, pero eso no les da derecho a “convertir” u obligar a todo un país. Los diputados saben que el artículo 5 no tiene nada que hacer allí. Si se trata de no ser discriminado en los servicios de salud ¿porqué no lo incluyeron dentro del artículo 12? Cuando les conviene hablan de tolerancia y respeto, pero son ellos mismos intolerantes e irrespetuosos con la mayoría del país.

Soy moderado y padre de dos adolescentes, en perspectiva de género son macho y hembra, conozco perfectamente a mis hijos y sé que si les doy el dedo se tomarán también la mano. Mis hijos son libres y los he criado con fundamentos para tomar sus decisiones, pero eso no significa en ningún sentido libertad para hacer lo que les dé la gana.

En ese sentido, un forista acertadamente define al adolescente de hoy: “hubo otros tiempos, otros valores, épocas ya idas en que saber, no tener, era todo. En que la peor ofensa que se podía recibir era ignorante, en que ser vago o inútil era una vergüenza. Por alguna razón, desconocida a mí, los tiempos cambiaron y, ahora, la vagancia, el desparpajo, la ignorancia y el desafío a los padres se celebran como virtudes. El lamento llega el día en que la adultez, con todas sus exigencias, llega. Y el vago e ignorante no está preparado para ello. Allí nace otro aborto, el “juega vivo” a ello, otra persona opina que “esperpentos legales como la ley de salud sexual y reproductiva van a terminar de poner en contra de la misma sociedad a ese animal, a ese imbécil moral que se está criando”.

Yo no sé usted, pero voy a luchar en contra de esta nueva imposición del gobierno de Martín Torrijos con todo lo que esté a mi alcance. Creo que hay un nuevo camino que enseñarle a nuestros hijos

¡Hagámoslo, por heredarles una mejor patria!

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