Representantes de las diferentes actividades económicas del país alertaron sobre las consecuencias que se avecinan si los cierres continúan. Hicieron un...
- 02/09/2021 00:00
'Tempus fugit'
La expresión de Virgilio, escrita en sus poemas, entre los años 70 y 19 a. C., simplemente nos confronta ante la realidad “irreparable” de que el tiempo huye velozmente. Los ya largos 17 meses que transcurren desde que el mundo declaró el periodo de pandemia, han sido tiempos de reflexión, si los hemos querido aprovechar para ello.
Para los medios de comunicación y periodistas ha sido un periodo complejo. Desde el primer momento, en que las autoridades de Salud decretaron la cuarentena y demás medidas de restricción, vino la excepción para aquellos servicios que eran indispensables para la vida en sociedad. Sin duda -no solo en Panamá-, las labores informativas fueron excluidas, pero, al mismo tiempo, impuestos los requerimientos de salvoconductos, etc.
Quedó claro que, aun cuando todas las limitaciones y los riesgos por el contagio de la COVID-19 eran similares para todos, aquellos que debían seguir brindando sus servicios, por razón de la importancia de estos, tenían que hacerlo. Así ha sido.
Esto me trajo a la memoria el periodo, más o menos similar en tiempo, en que, producto de la imposición de injustas restricciones foráneas, el Grupo Editorial El Siglo & La Estrella de Panamá cumplió con su deber de seguir informando, a pesar de la complicada situación que vivió.
El nivel de sacrificio de todos los que no pararon nunca, empezando por el personal de Salud, seguridad, alimentación y llegando, ciertamente, a quienes trabajan en todas las áreas de información y comunicación, ha sido significativo y se ha revelado valiosísimo.
De allí el nivel de franca admiración que profeso por todos ellos. Se podrá hacer un poco mejor o un poco peor, pero los retos asumidos han sido importantes para mantener a la sociedad informada en tiempos en que, justamente, la información confiable es necesaria.
Reflexionando sobre esto, caí en cuenta de que han transcurrido 10 años desde que, siendo parte del Consejo Editorial de los periódicos de esta casa editorial, fui invitado a ser su presidente. He sido testigo de primera mano de un periodo interesante y sugestivo del rol de informar a una sociedad que -cada vez más exigente- demanda información como un valor para una mejor calidad de vida.
Los más de 170 años desde su fundación, con respecto a La Estrella de Panamá, y todas las generaciones que nos han precedido, pesan como un compromiso indeleble con aquellos valores que adherí personalmente y que encontré en aquellos que, por vocación, se dedican a la misión de informar con independencia, objetividad y estándares de calidad de primer mundo.
Este aspecto final, es relevante, porque, si tomamos en cuenta las nuevas realidades, con las grandes capacidades de acceso por internet a los más grandes medios de comunicación, el lector y las audiencias tienen referentes de primera calidad para comparar a los medios locales. Aquí estamos hablando de forma, pero, sobre todo, de contenido.
En 10 años, hemos visto cómo el contenido se ha convertido en rey, y para algunos, con la fuerte influencia de las plataformas digitales, en un “social commodity” que las personas quieran compartir. En medio de estos retos, recuerdo un memo que tuve como hoja de ruta al llegar a los periódicos, sobre valores invariables en el tiempo, que guardaba relación a que, si bien, los contenidos informativos tendían a ser, cada vez más, útiles, compartibles en redes sociales y audiovisuales; no dejan de ser centrales, valores como independencia, objetividad, credibilidad e innovación.
Ha pasado mucha agua bajo el puente, los procesos de transformación son enormes y dinámicos, la exigencia de actualización más que constante, una apremiante exigencia. La interacción de la realidad digital con el mundo previamente conocido no termina de acoplarse o desacoplarse del todo, imponiendo un reto, no solo comercial, sino existencial.
De lo anterior, me queda una gran lección de respeto y valoración por quienes hacen el trabajo de comunicar e informar, a la vez que la certeza de que no estamos frente a consumidores anodinos, sino ante lectores y/o audiencia que reclaman valores y calidad.