• 19/07/2022 00:00

Entre la teoría y la realidad y la crisis actual

Panamá vive una situación en la cual hay ahorro en los bancos, pero no hay inversión. Y, por lo tanto, no hay generación de nuevos empleos. ¿La razón? El desempleo pospandemia redujo la capacidad de consumo de la población

Pertenezco a la generación que fue educada en Teoría Económica, contrastando el pensamiento neoclásico versus la teoría keynesiana. En pocas palabras y simplificando, para no aburrirte, en la teoría neoclásica el equilibrio entre Ahorro e Inversión, variables cruciales para el crecimiento económico, era una condición que se lograba por vía de la tasa de interés.

Sin embargo, en la crisis de 1929, no se cumplió esa relación y hubo una severa recesión. En 1936 John Maynard Keynes postuló su Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero, con un enfoque diferente.

Keynes explicó que había otras variables para lograr que el ahorro se canalizara a la inversión. El verdadero incentivo para invertir es la expectativa de la eficiencia marginal o rendimiento de la inversión, o capital. La expectativa de ganancias reales, pesaba más que el costo del dinero o de los factores productivos, solamente.

Panamá vive una situación en la cual hay ahorro en los bancos, pero no hay inversión. Y, por lo tanto, no hay generación de nuevos empleos. ¿La razón? El desempleo pospandemia redujo la capacidad de consumo de la población. Son pocas las exportaciones que hacemos. Y para completar, la inflación mundial más la guerra de Ucrania, etc., debilitan más la demanda de servicios y productos nacionales.

El gobierno durante la pandemia mantuvo una política de financiar la subsistencia de los desempleados, pero mantuvo el gasto de la burocracia empleada sin recortes. Todo a cargo de deuda, ya que la recaudación fiscal se desplomó.

Según la OCDE, en 2020 mientras la recaudación tributaria en América Latina era de 21.9% del PIB, y en países de la OCDE era de 33,5%, en Panamá, era de 13,7% del PIB.

Entre el 2015 y 2021 Panamá mantuvo un promedio de recaudación de apenas 9,4% del PIB. Es decir, claramente, la recaudación fiscal en Panamá, es baja comparada con otros países y, en consecuencia, la capacidad de financiar la emergencia de la pandemia recayó en el endeudamiento.

Me voy a referir de manera muy simple a tres postulados de la teoría keynesiana: (a) que cuando la economía por sí sola no crece, se requiere el gasto público para dinamizar la demanda y que a su vez las expectativas de los inversionistas crezcan e inviertan, (b) que el ahorro depende del Ingreso Disponible, esto es, el ingreso total de las personas menos las deducciones o impuestos que tenga, y (c) que el consumo crece menos que los ingresos, generando ahorros.

Esta noción de que a mayor ingreso disponible aumenta la capacidad de ahorro y por ende, la posibilidad de invertir, sospecho que de alguna manera se ha colado atrás de las políticas fiscales que han justificado menores impuestos a los más ricos, para que acumulen mayor ahorro disponible y que puedan así, financiar crecientes inversiones, generando empleo, producción, etc., es decir, mayor bienestar a la sociedad. Pero, ¿Qué ha sucedido en la realidad?

En los países más desarrollados, existen tasas impositivas altas, y sin embargo, el ahorro disponible que se logra por vía de las utilidades de las empresas o del ahorro de la sociedad, alcanza a financiar no sólo la inversión, sino también mejor nivel de bienestar de la sociedad. E inclusive, a invertir en otros mercados.

En contracorriente, en nuestros países, en los cuales el evangelio de los impuestos bajos a los niveles altos de ingresos se ha convertido en la política fiscal elevada al nicho de verdad celestial revelada, no solamente no genera los ahorros suficientes, sino que la débil demanda agregada (gasto total de la sociedad) por los bajos salarios, se refleja en un nivel bajo de bienestar social. Ergo, desigualdad social. Inclusive, la Constitución en su artículo 264 establece que La Ley procurará, hasta donde sea posible, dentro de la necesidad de arbitrar fondos públicos y de proteger la producción nacional, que todo impuesto grave al contribuyente en proporción directa a su capacidad económica.

Hay mucho más que contar. Pero por el reducido espacio, y para no abusar de la aridez que los conceptos económicos significan para muchos, considero que la política fiscal debe revisarse. Esta es una tarea que el gobierno tendrá que asumir en algún momento. Y esto, sin hablar todavía de los oligopolios que logran sus rentas, no por competencia, sino por imponer condiciones de precio y cantidades que, de nuevo, no contribuyen a mejorar el bienestar social. Sino lo opuesto.

Funcionario retirado del BID
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