La ceremonia, a la que está previsto que lleguen Jefes de Estado de todo el mundo, estará oficiada por el decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista...
- 28/04/2022 00:00
Tres mujeres para nunca olvidar
No he pedido autorización para escribir estas líneas, pero cuando el corazón siente la necesidad de hablar, las formalidades sobran. En algo más de un mes, Maruca Isabel Sosa, Carmen Cecilia Chiari y Edna I. Icaza, fueron llamadas a entrar al Reino de Dios para disfrutar la paz, el amor y la alegría de su presencia.
Las tres eran contemporáneas, nacidas en los primeros años de la década del 30, criadas con las costumbres de una sociedad que buscaba aportar crecimiento y prosperidad a la patria. Estaban unidas por lazos familiares, pero la vida las hizo amigas. Cada una de ellas formó un hogar de donde nacieron hijos, nietos y biznietos, con principios y valores cristianos. Todas compartían una mirada franca, esa sonrisa abierta, la humildad impecable, el amor por el prójimo y ese deseo por hacer el bien, con generosidad y desprendimiento, características invariables que solo existen en la grandeza.
Estoy seguro de que las familias Cucalón-Sosa, Arango-Chiari y Orillac-Icaza hubiesen preferido mantener en la intimidad y en el anonimato algunas de las cosas que aquí recuerdo; sin embargo, estas tres increíbles mujeres, sin pretenderlo, tocaron de manera especial y significativa a muchas personas que, como yo, tuvimos el honor y el privilegio de conocerlas. Por ello, nunca serán olvidadas.
En mi caso en particular, cada una de ellas, en diferentes etapas de mi vida, me distinguió con su cariño, sus consejos, sus preocupaciones y sus rezos. Sin saberlo y sin que yo se los hubiera dicho, como suele suceder, dejaron en mi corazón una profunda huella de amor y de gratitud, donde nunca faltó una palabra, un gesto, una sonrisa o un comentario de respaldo o reprimenda a nuestros actos, como muestra de esa actitud maternal que solo se dispensa a los propios hijos.
Más allá de los sentimientos de tristeza por su partida, nos quedan en la memoria y en el corazón los recuerdos y la firme convicción de que nos volveremos a encontrar para tener esa segunda oportunidad de decir: gracias, tía Maruquita, gracias, tía Carmen, gracias, tía Nita. Mientras ese momento llegue, les pedimos, desde acá, que nos sigan guiando y protegiendo como hicieron mientras estuvieron entre nosotros.