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- 28/03/2015 01:00
UP: Si estoy equivocado, me corrigen
Cada universitario, en un contexto desafiante para el claustro académico, tiene el compromiso de evitar, con el uso de la verdad, que se fije en la mente del panameño aquello de que el país ‘no tiene una buena universidad’. Suponer que la UP es sinónimo de desgreño, no es lo que merece la institución, después de casi ochenta años al servicio de cientos de miles de panameños.
Frente al debate, entre los que piensan que todo está ‘muy bien’, o que todo está ‘muy mal’, habría que ubicar —objetivamente— los problemas reales, no ocultarlos, sino reconocerlos para corregir. De seguro que habrán muchas divergencias en ese ejercicio, porque los intereses, legítimos en la conciencia de cada quien, van a incidir en las interpretaciones. Sin embargo, por más diferencias que existan, habrá también puntos comunes. Nadie niega, por ejemplo, la necesidad de una universidad de calidad y que ella sea el espacio de las oportunidades para la juventud.
Aquí creemos que no hay confrontación entre buenos y malos, tampoco entre los que ‘quieren o no’ a la institución. Estas son realidades que varían. Son disputas no ajenas a la lógica institucional e incididas, de alguna manera, por las consecuencias de un sistema electoral que es fuente de conflictos, de divisionismo y, por tanto, de ineficiencia. Un sistema agravado con la reelección indefinida, que cierra oportunidades a los nuevos liderazgos.
Al servicio de ese sistema es que se ha reformando la Ley Universitaria en tres ocasiones entre 1991 y 2014 (en la primera, para oponerse a la reelección de Dr. Adames, el prof. M. Bernal y el actual rector G. De Paredes, hicieron causa común en el Movimiento Democrático). Todo aquello ha traído la politización de la institución que, por su esencia, debe estar al servicio de la academia. Este sistema, de no corregirse, terminará suplantando al docente por el adversario, al investigador por el competidor, al académico por el político; a las jornadas científicas por los torneos electorales.
Una luz roja nos anuncia el ALTO. No hay razones suficientes para desvirtuar los alcances institucionales. Porque los Centros Regionales, las facultades, los institutos, los docentes, administrativos, y estudiantes, son mucho más que las confrontaciones electorales. Las disputas no deben ser abono para el rechazo a una institución que es motor de la intelectualidad de la nación: solo entre 1990- 2012 la UP entregó 139 596 títulos.
El pueblo panameño, con sus impuestos, garantiza que estemos presente en gran parte de la geografía nacional con 19 facultades; 9 Sedes Regionales, 3 Extensiones y 28 programas anexos, incluidas las Comarcas. Así mismo, trece institutos de investigación, laboratorios científicos, centros de innovación y tecnologías instalados en cada sede regional. Ofrece 160 carreras, 110 programas de postgrado y administra 259 edificios. Se trata de un sistema de educación superior que sí contribuye al desarrollo nacional.
Sí creemos que llegó la hora del relevo. Lo planteamos sin necesidad de llenar el jarrón de mensajes que no merece la UP. La verdad es que cada generación ha hecho sus aportes. Se hacen aportes y se cometen errores; esto es de ahora y de antes. Pero en el camino nos quedamos con los aporte y aprendemos de los inciertos.
DOCENTE UNIVERSITARIO.