• 12/10/2008 02:00

Docentes y educación en valores

La responsabilidad que el educador adquiere en el desarrollo de los valores de sus alumnos es grande y difícil de realizar, ya que por u...

La responsabilidad que el educador adquiere en el desarrollo de los valores de sus alumnos es grande y difícil de realizar, ya que por una parte, tiene que ser él mismo y por otra, debe propiciar y estimular a sus alumnos a que también sean ellos mismos, sin adoptar posturas extremas.

El profesor o profesora de religión, como persona que vive los valores cristianos, debe promoverlos en sí y en su mundo circundante a través de gestos concretos y eficaces, pues cada hombre, debe ser libre de optar por su propio sistema de valores que no debe ocultar, pero, a su vez, ha de ayudar a los educandos para la elección de su propio sistema de valores sin ejercer coacción.

Nosotros, como educadores, debemos tomar conciencia primero de cuáles son los valores cristianos y hacerlos nuestros, recrearlos, dada la repercusión que tienen los valores que se viven, porque se transmite lo que se vive, no lo que se dice o explica.

“Los jóvenes son extremadamente sensibles a la autenticidad y a la coherencia de sus educadores”, afirma Deuliniers, “no perdonan fácilmente una incoherencia entre palabras y actos, interior y exterior?

Además de la autenticidad, el educador debería aprender a respetar a los jóvenes, a aceptarlos, a tener confianza en ellos. Sin estas cualidades se convierte en adoctrinamiento”.

Su función principal, por tanto, no será enseñar impositivamente, sino guiar a los alumnos para que cada uno de ellos clarifique sus valores, impulsarlos hacia una formación dinámica, creativa, que ponga de manifiesto las posibilidades de cada individuo en orden a conseguir su maduración personal y la asimilación de sus experiencias.

Una vez conseguida esa introspección, el sujeto va aprendiendo a contrastar la realidad exterior consigo mismo, y así va aflorando en él los valores personales.

El rol del profesor o profesora consiste, en último término, además de lo ya expresado, en favorecer un ambiente adecuado en el aula para que se pueda llevar a cabo una discusión crítica en torno a la resolución de conflictos, y en posibilitar un clima de libertad de expresión donde los estudiantes puedan determinarse en la selección de los valores, dentro del máximo respeto, ambiente exigido, por cierto, para la realización de actividades concretas en la educación en valores.

De uno u otro modo, es necesario que el educador se ocupe de formar en valores; no es posible abstenerse.

La asignatura de Religión predispone a los alumnos a tener una actitud ante la vida repleta de convicciones, con una actitud de seguridad en las elecciones que deban hacer y de afirmación en sí mismo.

Unas actitudes sumamente necesarias e importantes para enfrentar los grandes retos globales a los que se deben enfrentar la actual y futuras generaciones.

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