• 28/11/2023 00:00

Vendedores de sueños

Es sabido que el poder tiene tendencia a corromper y el poder absoluto contribuye a una corrupción absoluta

“Nunca una obra se acredita tanto de mala, como cuando la aplauden los necios”: Fábula de Iriarte.

Recientemente hemos visto con gran preocupación el triunfo de Milei en la elección Argentina, armado de una motosierra y una oferta electoral de extrema derecha. Lamentablemente no es un hecho aislado en nuestro entorno.

Somos testigos del deterioro moral de la clase política y cómo sus promesas vacías de contenido han sido caldo de cultivo para que oportunistas sedientos de poder se aprovechen de la justificada frustración ciudadana.

No es novedad que los políticos prometan con gran convicción lo que la gente quiere escuchar, sin voluntad y mucho menos capacidad de cumplir lo prometido. Lo nuevo y peligroso son los liderazgos extremistas que florecen a nivel mundial. Movimientos radicales o anti sistemas aupados por la justificada frustración de la población.

Estos nuevos profetas se proclaman salvadores y propagan sus ideas extremistas en las redes sociales, ajenos a algún tipo de control sobre la veracidad del relato que libremente difunden. Proclamas dirigidas a fomentar el discurso de odio que solo contribuyen a deteriorar la vida en sociedad.

Para muchos es aleccionador la complicada situación del gran vecino del norte, con su ciudadanía profundamente dividida y enfrentada por causa de un candidato golpista. Mirar a nuestro alrededor nos debe motivar a reflexionar sobre el enorme daño que sufre la sociedad al verse expuesta al discurso de odio. Encumbrar en el poder a personas sin vocación democrática con egos desmedidos es muy peligroso para la salud y continuidad de los procesos democráticos

Por supuesto los ciudadanos en circunstancias de extrema angustia o frustración podemos tomar decisiones políticas equivocadas, ya se sabe que la democracia no es perfecta. La democracia se fundamenta en reglas y procesos que permiten la vida en sociedad en el respeto a los derechos ciudadanos. Se puede afirmar que la democracia es un sistema de prueba y error, nunca exenta de fallos, pero en constante proceso de ajuste.

Nuestra frustración no nos debe llevar a debilitar el sistema democrático, embobados por el brillo de espejitos o por la melodía del flautista de Hamelín. Embarcarse en aventuras peligrosas o saltar al precipicio nunca es la mejor opción. Los radicales y autoritarios no son la solución, solo contribuyen a agravar la situación.

Solo miren a su alrededor y sabrán quiénes a nivel internacional se sintieron satisfechos y fortalecidos con el triunfo de Milei; en Norte América Trump, un candidato golpista, involucrado en múltiples procesos judiciales; en Brasil, Bolsonaro otro ultra golpista enemigo declarado del medio ambiente y en Europa, Abascal, líder ultraderecha español; todos ellos con un manejo oportunista de posiciones conservadoras, que han sabido aprovechar el descontento e indignación de la gente. Todos caracterizados por ser propulsores del discurso de odio que enfrenta a la sociedad.

Aquí no somos ajenos a estas dañinas influencias y preocupa que uno que otro candidato del patio sienta afinidad con los vicios autoritarios de estos nefastos personajes que promueven el cambio, sin importar que ese cambio sea a peor.

La democracia es el motor que impulsa nuestra sociedad, requiere constantes mejoras y ajustes con la participación ciudadana. Si las estructuras democráticas actuales no satisfacen nuestras expectativas, la reformamos para que sea más participativas o citando a Habermas la transformamos en la búsqueda de una democracia deliberativa.

Es sabido que el poder tiene tendencia a corromper y el poder absoluto contribuye a una corrupción absoluta. Han sido siglos de historia los que nos han mostrado el camino democrático y la protección que nos ofrece de líderes mesiánicos, cuya ambición de poder inexorablemente nos lleva a la pérdida de nuestras libertades y derechos ciudadanos.

Existe el peligro de sucumbir al carisma de seudo profetas y su demagogia populista plagada de mentiras. Embaucadores profesionales que sustituyen la verdad por su propio relato, y buscan convertirnos en instrumentos de su propia ambición política. Sociedades enfrentadas entre sí, sufrirán las consecuencias de encumbrarlos y habrán de pagar el doloroso precio de apartarlos del poder.

Docente universitario
Lo Nuevo
comments powered by Disqus