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- 13/06/2021 12:00
En vísperas de la próxima reunión de los presidentes de los EEUU y Rusia
En el escrito que a continuación presento, abordare el status del planificado evento político consistente en la reunión de los presidentes de Estados Unidos y Rusia en Ginebra, el 16 de junio de 2021. El mismo ante todo, está determinado por la posición geopolítica y las condiciones actuales de los legítimos negociadores, al igual que por el entorno en el que se organiza y desarrollaran las negociaciones.
Los Estados Unidos se mantienen como el líder conductor (tanto conceptualmente, como en términos de capacidades), núcleo de la economía y fundamento del poder político-militar global de occidente. Sin embargo, al mismo tiempo, este país se debilita gradualmente producto de su enfrentamiento con China y en muchas regiones del mundo está perdiendo terreno frente a sus competidores y oponentes. A ello se suman, aspectos fundamentales de su fragilidad interna, como lo es, la incesante discordia nacional basada en el significado profundo de los valores de la civilización, alimentada por contradicciones entre clanes y corporaciones, que han “pospuesto” para una siguiente fase, la batalla entre los gigantes culturales y políticos de la sociedad estadounidense; situación que reduce drásticamente, la legitimidad de las autoridades centrales.
Por su parte, la Rusia de hoy, es el más grande de los componentes de la ex-Unión Soviética, no es solo el sucesor formal de la URSS, sino también su heredero real, en contraste con los “fugitivos”, “desertores”, “tránsfugas “, ex “cautivos liberados” y “rehenes” que se escindieron de ese país. .Luego de la derrota en la guerra fría y la rendición fáctica en condiciones relativamente “dignas” hace treinta años, la Federación de Rusia restauró gradualmente la plenitud de su subjetividad política y nuevamente, cuando lo considera necesario, puede proyectar capacidad de enfrentamiento.. En efecto, Rusia ha restaurado la eficacia de su potencial estratégico-militar y la capacidad de responder rápidamente, en cualquier parte del mundo, a los desafíos y amenazas emergentes.
Con todo, la economía de la Federación de Rusia no es autosuficiente y es en gran parte arcaica, su sistema político y administrativo está profundamente afectado por una corrupción galopante, una burocracia que la corroe, que termina en una ineficacia que actúa con una crueldad implacable contra la gente común. La Federación de Rusia no tiene soberanía monetaria (financiera), pues hasta ahora, no se ha producido una “nacionalización de las élites”, que en gran parte constituyen el eslabón periférico de la oligarquía financiera del mundo occidental. Rusia se encuentra económica y políticamente debilitada como resultado de las sanciones occidentales, que exacerban las dificultades causadas por la trampa multinivel en la que cayo, debido a las imprudentes acciones geopolíticas de los líderes rusos entre 2013 y 2015.
Hay varios problemas importantes fundamentales y débilmente correlacionados que Joseph Biden puede tratar de resolver en relación con la Federación de Rusia, entre ellos: compensar el tiempo y eliminar el rezago de Estados Unidos, en el desarrollo de una serie de sistemas de armas estratégicas y tácticas modernas; tratar de evitar una alianza estratégica entre Rusia y China; intentar bajar la atención de su oponente, en vísperas de las próximas elecciones parlamentarias rusas en septiembre de 2021, considerando la “natural” exacerbación de la realidad política interna en tales circunstancias y la posible desestabilización general de la situación en la Federación de Rusia.
En la actualidad, Vladimir Putin, “en términos generales”, debe completar con calma la construcción del gasoducto Nord Stream 2 y ponerlo en marcha. Necesita el sistema político existente en la Federación de Rusia, para sobrevivir sin traumas al período de elecciones parlamentarias próximas y aliviar la presión económica y de otras sanciones sobre su país. En relación con los procesos en el territorio de los países vecinos, difícilmente será posible lograr “grandes cosas” en esta primera reunión de los presidentes de los Estados Unidos y la Federación de Rusia, especialmente después del reciente intercambio de insultos verbales e incluso groseros insultos personales. En esta situación, solo las tácticas de “pequeñas acciones” pueden ser realistas para mejorar la relación entre ambas partes.
En primer lugar, hay que valorar, que el hecho mismo de tal reunión cumbre, es bastante simbólico. En segundo lugar, hay una serie de cuestiones de fondo, por así decirlo, secundarias, que no son particularmente difíciles de resolver. Estas podrían ser, por ejemplo, el intercambio de al menos algunos de los ciudadanos de la contraparte, condenados en cada uno de estos países. Además, facilitar el intercambio de prisioneros y detenidos, en relación con el conflicto armado en el este de Ucrania y posiblemente de algunos otros conflictos armados.
En tercer lugar, hay una serie de problemas internacionales importantes, cuya solución redunda en interés de ambos países. Mas aun, no, es una tarea muy difícil desarrollar formulaciones diplomáticas que indiquen una disposición a buscar acciones conjuntas coordinadas. Esto, en particular, se refiere a los problemas de garantizar la paz, la estabilidad y el pluralismo relativo en Afganistán, después de la retirada de los contingentes militares oficiales de los Estados Unidos y otros países de la OTAN; así como los problemas de actualización e implementación del “acuerdo nuclear” con Irán, además de continuar esfuerzos para “desnuclearizar” la República Popular de Corea del Norte y el apoyo de las partes para finalizar la guerra civil y la intervención extranjera en Yemen.
En general, un llamado a una disminución en el nivel de tensión internacional y una orientación hacia una solución de compromiso, para agudos conflictos interestatales y destructivos conflictos internos, es un componente bastante probable de la posición oficial conjunta de los Estados Unidos y la Federación de Rusia, durante y después de las negociaciones. entre sus líderes; al igual que brindar algunas esperanzas adicionales, para desarrollar enfoques más constructivos y productivos, tendientes a resolver problemas complejos, multinivel y multidimensionales, como es el caso del conflicto geopolítico ucraniano.