• 17/02/2014 01:00

Falta una voz

En una democracia como la nuestra, donde quizás por ser un país pequeño o porque los políticos se conocen desde hace años, se entablan r...

En una democracia como la nuestra, donde quizás por ser un país pequeño o porque los políticos se conocen desde hace años, se entablan relaciones cordiales, aunque en las campañas se eleve el tono de los discursos y se utilicen expresiones opuestas al sentido de caballerosidad y elegancia. Por eso muchos decimos que en Panamá no hay enemigos sino adversarios, en lo cual influye, aparte de las consideraciones de índole personal, el hecho de que a diferencia de otras naciones, no existen grandes barreras ni separaciones de carácter ideológico.

Si observamos a los partidos que compiten en las elecciones, podemos deducir que la membresía está compuesta por personas de distintas clases económicas y sociales y que hay dirigentes que vienen de familias muy acomodadas, mientras otros proceden de sectores populares. En consecuencia, felizmente no se dan en nuestro país los crispamientos que se observan en países donde los torneos electorales se caracterizan por planteamientos ideológicos que se orientan por caminos diferentes. Los socialistas creen en una mayor participación del Estado y los de la derecha en menos intervención y mayores libertades para las empresas. Así ocurre en Suecia, en Francia, en España y en Venezuela, cuyo gobierno socialista, en lugar de ubicarse en la social democracia, se acerca más al modelo cubano.

No es usual pero sucede, que los partidos políticos antepongan los intereses del país a los de su partido y cuando se trata de asuntos nacionales o internacionales importantes logren unirse en lugar de contraponerse. Acabamos de presenciar cómo se ha logrado, con vistas a las elecciones generales del próximo mes de mayo, que los partidos políticos se hayan puesto de acuerdo para suscribir el Pacto Ético que ojalá todos cumplan.

Desde inicios del mes de enero de 2014, aunque vientos de fronda soplaban desde mucho antes, los panameños hemos estado pendientes de forma cotidiana de lo que acontece en el Canal de Panamá. La posición de la ACP ha sido clara y correcta desde el principio y ha consistido en que la relación de esta entidad, que pertenece al pueblo panameño, con el GUPC, tiene que regirse por el contrato que celebraron y como es sabido, los contratos hacen ley entre las partes. El administrador Jorge Quijano expresó que si había aumentos de costos justificados, la ACP los pagaría conforme a las normas del contrato y así lo ha hecho en el caso del combustible, el incremento en el costo del acero y en la planilla laboral. A lo que no puede acceder la ACP es a efectuar los pagos solicitados si no están debidamente justificados. A contrarreloj porque el tiempo es oro, ambas partes siguen conversando, con el fin de encontrar una solución y ojalá lo alcancen esta semana. De lo contrario, la ACP asumirá los trabajos de ampliación hasta el término de las obras.

La posición adoptada por la ACP ha recibido el apoyo de prácticamente todos los sectores públicos y privados del país, es decir, del presidente de la República, los gremios empresariales, de políticos y exfuncionarios y de múltiples estamentos de la sociedad civil. Como es lógico, han surgido algunas dudas sobre la concesión al GUPC, más que por su falta de capacidad técnica, por su situación económica y a todos ha extrañado que hubiese ganado la licitación por mil millones menos que el próximo postor.

Se han dado las explicaciones necesarias, tanto por parte de la ACP con su dirección actual y su junta directiva, como por el administrador anterior, Alberto Alemán Zubieta, y la junta directiva que en 1909 otorgó la ejecución de las obras al GUPC como ganador de la licitación. Sobre la honestidad de Alemán Zubieta no me cabe duda alguna, porque conozco su actuación profesional desde hace muchos años. Ha explicado con suficiencia su renuncia a la empresa CUSA, los siete años en que se prohibió a esta empresa participar en licitaciones canaleras y cómo fue más allá en el cumplimiento de las exigencias legales que no le impedían a dicha empresa tales participaciones. Sobre la concesión, ésta fue transparente y fue ganada gracias a que el consorcio GUPC alcanzó el mayor valor no ya por presentar la oferta más baja, sino porque tecnológicamente presentó la mejor solución para las compuertas y las tinas de preservación del agua que se ahorrará en las nuevas esclusas.

El apoyo de la nación panameña ha sido integral, amplio y generoso. Falta sin embargo una voz, la de los partidos políticos, que ojalá hagan abstracción de las rivalidades políticas en sus campañas y se reúnan para suscribir conjuntamente un comunicado de apoyo a la ACP. Esperamos que quienes buscan los votos, brinden a su vez un voto de confianza a una entidad apolítica, que está demostrando que los panameños somos capaces de administrar el Canal con eficiencia, honradez y acertada visión de futuro.

EX PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA Y ACADÉMICO NUMERARIO DE LA ACADEMIA PANAMEÑA DE LA LENGUA.

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