• 04/10/2008 02:00

Estatuas que se van no vuelven

SE ACABÓ SEPTIEMBRE. A los adolescentes no les gusta leer, eso es un fenómeno de nuestro tiempo. Mi papá, quién ya murió, me contaba q...

SE ACABÓ SEPTIEMBRE. A los adolescentes no les gusta leer, eso es un fenómeno de nuestro tiempo. Mi papá, quién ya murió, me contaba que antes la gente leía más. Aunque no estoy tan viejo, he podido saturarme de cosas tan aburridas para algunos como la teología, la historia y la filosofía, gracias a que teníamos biblioteca y mi padre me enseño a leer.

Papá me enseño a leer con la Biblia antes de los seis años. En esos momentos de terrible “stress”, recuerdo esas “escapadas” de mi infancia, cuanto quisiera subir a mi casita del árbol cargado con buenos libros y una bolsa llena de frutas, donde sólo tenía que estirar la mano para agarrar un gajo de mamones boboré —los dobles— a la izquierda o un delicioso mango plátano a la derecha, podía comerme un caimito o abrir un huequito a una maracuyá para meterle sal, ensuciándome solo una mano, porque era todo un ritual para leer las aventuras de un niño en “Corazón” de Edmundo de Amicis, que me regaló mi maestra. Qué decir de “La cabaña del tío Tom”, que tanto disfruté, o el libro de Arturo Cuyás, que me compró mi padre, “Hace falta un muchacho”.

¡Santo Dios!, no tenía por qué preocuparme en hacer el súper o pagar la casa, ni por el precio de la canasta básica o por la última subida del galón de gasolina, que nunca baja. Recuerdo los panderos hechos de periódicos y birulí, la bolsita de medias con arroz, el trompo hecho de palo de mango, el juego de guacho, las canicas; sobre todo, el tanque donde nos metíamos y rodábamos bajando toda la loma hasta llegar al río.

Creo que por esos recuerdos de mi niñez, me gustaba tanto pasar por allí, incluso un día llegue a escuchar aquella algarabía infantil, me detuve a contemplarlas. “Juegos de Antaño” representaba la memoria colectiva de nuestra infancia. ¿De quién será esa mente tan siniestra, maquiavélica y satánica que planificó robar la memoria a nuestros niños? Mi niñez, así como las estatuas, son sólo recuerdos, buenos recuerdos de aquellos tiempos que se van y no vuelven...

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