La polémica sobre las reciente reuniones entre el presidente de la República y algunos diputados de oposición abre el debate sobre las complejidades del quehacer político en democracia. La Constitución señala que existe independencia de los poderes del Estado y que al mismo tiempo estos deben trabajar en armónica colaboración. Un ideal al que deberíamos aspirar como país, pero que en la práctica histórica de una nación profundamente presidencialista, es el Ejecutivo el que domina el “balance de poderes”. De allí que el encuentro entre Vamos y el presidente haya generado una enorme suspicacia. Sumado al hecho de que ocurre en momentos en que se están negociado las comisiones permanentes de la Asamblea, cuya conformación es facultad privativa del Legislativo. El presidente, en un ejercicio de transparencia, contó al país de la reunión. Una noticia que tomó por sorpresa a los propios miembros del bloque independiente y arroja dudas sobre su cohesión interna. El Ejecutivo debe inhibirse de cualquier injerencia en los asuntos del Legislativo; el país no necesita traer fantasmas autoritarios del pasado. Mientras que los diputados, acostumbrados muchos a las dádivas del Gobierno, no pueden convertir al presidente en un rehén de sus intereses. Armónica colaboración implica poner a Panamá por encima de intereses politiqueros y mezquinos.

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