Ocho días antes de su reapertura la catedral de Notre Dame de París desveló su nuevo “resplandor” al mundo durante una visita del presidente francés, Emmanuel...
Panamá es, sin duda, una tierra con historia de lucha, sacrificio y gloria. Y noviembre es el momento ideal para sacar pecho y enorgullecerse de los logros de estos y otros tiempos. Hoy, 4 de noviembre, recordamos la primera vez que ondeó nuestra bandera tras la separación de Colombia. Y es que es necesario ensalzar el poder de los símbolos: ocupan un lugar central en la construcción de las naciones; no solo representan los valores comunes, sino que sirven para identificarnos y activar nuestras emociones en pro del país. Los acordes y versos de un himno estimulan los sentimientos patrióticos y la bandera se convierte a menudo en objeto sagrado: no hay nada que nos llene más de orgullo que ver nuestro tricolor representando a la patria fuera de nuestra fronteras. Sin embargo, nos sigue costando mucho encontrar un sentimiento patriótico que impregne nuestras acciones para el bien del conjunto. Muchas veces, avalados por un falso nacionalismo, dejamos colar sentimientos xenófobos que atentan contra la convivencia. No deben ser aceptables los desprecios contra el extranjero, pero tampoco se puede permitir que quien es de afuera vulnere lo que somos y nuestra esencia. Una sociedad que ha vencido duramente los estragos de las dictaduras, la violencia tras una invasión y la lucha por lo suyo, forma parte del orgullo que nos invita a comprometernos con nuestro futuro y sentido de pertenencia. Sigamos intentando defender nuestra identidad sin olvidar nuestros valores.