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- 29/08/2019 02:00
Irresponsabilidad en las finanzas
La economía panameña está atrapada en un laberinto que requiere del apoyo de todos para sacarla a flote. Y es que en los años en que mientras crecía la economía, también aumentaban abismalmente los gastos y no se pensó en el ahorro. Dentro de estos gastos, los subsidios fueron el caramelo envenenado que hoy nos tiene en un callejón sin salida. Según informaciones a las que tiene acceso este medio, el Estado no tiene para pagar siquiera los gastos corrientes. Para poder hacer inversiones públicas se requiere reducir el gasto público y una opción pudiera ser sacar de la planilla a, por lo menos, el treinta por ciento de los empleados, pero ¿para dónde van? ¿Quién los emplea en esta economía desacelerada? El problema es mayúsculo y hay que actuar con firmeza y eficiencia. Las opciones que se tiene son: aumentar impuestos, pero esto se traduce en que se reduce la demanda agregada; no hacer nada y, una tercera alternativa es pedir prestado. Lo más triste es que no hay nada más adictivo que los subsidios, porque si intentas quitarlos, se forman las protestas desestabilizadoras, pero hay que ir trabajando en este sentido. Y no solo son los subsidios de los de abajo; también de los de arriba que bastante reciben. Un ejemplo viviente de lo que ocurre es el caso argentino. Mauricio Macri intentó gobernar con deuda. Cuando se le secaron las fuentes, tuvo que ajustar gasto. Allá los subsidios alcanzaban más del 40 % del gasto corriente. La economía mejoró, hizo obras, los servicios públicos mejoraron, pero la gente lo repudió y le está pasando factura. Añoran a Carlos Menem, causante de este desastre de varios años, como aquí con las administraciones recientes. Por fortuna, el caso panameño no es tan serio como el argentino y ojalá sepamos enrumbar nuestra economía.