- 15/02/2015 01:00
Cardenal Lacunza
Ayer fue un día extraordinario para la historia de la Iglesia católica panameña y, también, para nuestro país. Llega un panameño al Colegio Cardenalicio en la persona de fray José Luis Lacunza Maestrojuán, sacerdote de la Orden de los Agustinos Recoletos. El ánimo de celebración y la alegría que se han generalizado en Panamá desde que se conoció el anuncio hasta ayer que el papa Francisco le otorgó el cardenalato al obispo de David reflejan claramente el reconocimiento de sus virtudes personales y la esperanza de que vendrán más de los buenos servicios que le ha prestado a este país. Lacunza, español de nacimiento, en obediencia acogió el mandato de sus superiores de venir a Panamá hace ya cuarenta y cuatro años, pero desde que llegó abrazó ésta como su patria. Hoy que es elevado a cardenal está obligado a diseñar un escudo como larga tradición eclesial y el cuartel que más destaca es el que evoca a Panamá con sus mares y palmeras. Así ha querido dibujar el que ha sido su mensaje: si esta designación tiene un valor para él, es que pueda servir para bien de Panamá. El pueblo panameño lo ha recibido así y allí la razón de su celebración y alegría. Pero ayer envió otro gran ejemplo, tan solo recibir el título ha dicho de lo que se tratará su misión: humildad y caridad.