Los recientes acontecimientos en Bocas del Toro ha dejado consecuencias devastadoras.

La crisis por las protestas contra la Ley 462, la fuerza bruta desplegada por el gobierno con la operación Omega y la caída del 75 % de los ingresos de las empresas, según la Cámara de Comercio de la provincia, evidencian que no vamos por buen camino.

Los saqueos en Changuinola, con la inexplicable inacción de la Policía en las primeras horas, pese a tener un amplio número de efectivos en la ciudad, manda un pésimo mensaje a quienes quieren invertir en una provincia urgida de empleo y de un desarrollo no excluyente.

El sector privado es un motor esencial de la economía y el daño que está sufriendo no es solo para el empresario, sino también para el trabajador que queda sin sustento luego de que quiebren las pocas compañías que aún están en pie.

El clamor de los ciudadanos es claro: se necesita diálogo.

Basta con imponer “soluciones” por la fuerza y unilateralmente. Ambas partes deben dejar la obstinación y resolver de una vez por todas esta crisis que siempre debió verse desde el diálogo.

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