• 05/12/2020 11:41

Europa rechaza en forma contundente concepto de autodeterminación

La decisión de la Eurocámara, sienta un precedente ejemplar que será motivo de debate en distintos círculos comunitarios y de otras regiones del mundo

Una amplia mayoría del Parlamento Europeo rechazó a finales de noviembre el concepto de autodeterminación y declaró que no tiene cabida dentro del ordenamiento jurídico de la Unión Europea, porque se trata de pretensiones separatistas de sectores políticos de la izquierda radical que lesionan la integridad del bloque comunitario.  

La votación fue contundente: 487 votos en contra, 170 a favor y 37 abstenciones.  El nuevo intento de políticos que promueven el separatismo dentro de Europa fracasó. En ocasiones anteriores la Comisión Europea, el Consejo Europeo formado por los 27 Estados miembros y ahora el propio Parlamento Europeo han reafirmado que el independentismo no tiene cabida en Europa. Ninguna institución europea defiende las causas separatistas. 

De ese modo, todas las instancias del bloque comunitario rechazaron las pretensiones de los eurodiputados neocomunistas de segregar entidades autónomas actuales de los gobiernos centrales de sus Estados. Quedó claro que la mayoría de los 450 millones de europeos, representados por sus partidos políticos, se oponen a las ambiciones de desmembrar lo que ha tomado más de 60 años construir. 

La decisión de la Eurocámara, sienta un precedente ejemplar que será motivo de debate en distintos círculos comunitarios y de otras regiones del mundo.  

Es que la autodeterminación se ha devaluado ante los embates de grupos ideológicos que buscan mantener vivos los esquemas de la Guerra Fría. Al final de cuentas lo que hay detrás no son principios, sino ideología pura y conceptos que ya han sido superados por la realpolitik y el pragmatismo que domina las relaciones internacionales. 

Antecedentes de la autodeterminación 

Históricamente el concepto de autodeterminación no estuvo presente en ninguno de los hechos independentistas anteriores al siglo XIX. No fue tenido en cuenta en la doctrina internacionalista porque no se atribuía a los pueblos sino a los Estados legítimamente constituidos.  

Fue en 1864 cuando Engels lo puso en boga y apareció más tarde en 1914 como un concepto publicitado por Lenin en un artículo en el que hacía referencia a que "la autodeterminación de las naciones se entiende sin separación como Estado de las colectividades nacionales”. 

Después de la Segunda Guerra Mundial, los aliados abordaron el tema relacionándolo con el deseo de no ver cambios territoriales y considerándolo como forma de autogobierno. En la Carta de las Naciones suscrita en 1945 en San Francisco por medio centenar de Estados, el texto volvió sobre el concepto de autogobierno. No estableció obligaciones significativas para los territorios no autónomos. 

Es a partir de la década de 1960, en plena Guerra Fría, cuando la ONU presentó una variante de la autodeterminación como un derecho de los pueblos, impregnado de una ideología comunista, separatista y rupturista bajo el concepto erga omnes, de derecho de todos. 

Los ideólogos afines al entonces bloque soviético pretendieron imponer la teoría de remedial secession o secesión de garantía, rechazada por Europa, cuando Moscú aplastaba con tanques y bayoneta todo intento de independencia dentro de sus fronteras. Con el derrumbe del bloque soviético de inmediato se desmembraron los países que no querían vivir bajo la bandera de Moscú. 

En ese escenario surgió la lucha de Marruecos por recuperar la integridad territorial que España le había cercenado con la ocupación del Sahara. En forma paralela, Argelia, aliado regional de los socialistas soviéticos, promovió acciones desestabilizadoras contra Marruecos con intenciones hegemónicos en esa región del norte de África.

En ese contexto organizó, entrenó, armó y brindó apoyo logístico al movimiento guerrillero conocido como Frente Polisario. 

Recuperación del Sahara marroquí 

Tras la recuperación por parte del Marruecos del Sahara en 1975, Argelia entregó al Polisario un pedazo de su territorio en la región de Tinduf, donde esas milicias instalaron sus campamentos y albergaron decenas de miles de refugiados saharauis y de otras tribus africanas para obtener ayuda humanitaria internacional.  

Argelia y el Polisario -un movimiento ideológicamente marxista sobreviviente de la Guerra Fría- siguieron hostigando a Marruecos hasta que en 1991 las Naciones Unidas intervino y estableció un cese de hostilidades que se ha mantenido hasta la fecha.  

En octubre pasado, luego de tres semanas de bloqueo por parte de milicias del Polisario de la carretera internacional que une el sur de Marruecos con Mauritania, en el Sahara, el ejército marroquí tuvo que intervenir –en una operación que no fue ofensiva ni con intenciones bélicas- en la frontera de Gueguerat para garantizar el libre tránsito comercial y de personas en esa región y restablecer la normalidad. 

Abortada la provocación de las milicias del Polisario, sus líderes montaron una estrategia de propaganda y declararon en forma unilateral la guerra a Marruecos, una guerra inexistente similar al estado virtual que dicen haber constituido. 

La maniobra fue interpretada por analistas como una manera de desviar la atención de la crisis interna del liderazgo del Polisario y la presión que enfrentan en los campamentos donde sobreviven en condiciones inhumanas, privados de libertad, unos 40,000 refugiados, muchos de ellos jóvenes sin futuro a quienes se les ha robado toda perspectiva de una vida digna y sin oportunidad de expresarse. 

El Polisario está, además, cada vez más aislado en el campo internacional. La Unión Africana, la Unión Europea, la mayoría de los países de Asia, junto con Canadá, Estados Unidos y América Latina respaldan Estados, no movimientos guerrilleros separatistas, que atentan contra la integridad territorial de naciones legítimamente constituidos. 

Esa realidad se hizo evidente en octubre pasado en la última resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre el tema del Sahara marroquí. El texto desestimó el concepto de autodeterminación que por 45 años ha invocado el Polisario, estableció sobre Argelia la responsabilidad de una solución al diferendo y reiteró su reconocimiento a la propuesta autonómica de Marruecos.  

El texto de esa nueva resolución destacó, por decimotercera ocasión, que el Consejo de Seguridad de la ONU, toma nota de “la propuesta marroquí presentada al secretario general el 11 de abril de 2007” por el rey Mohamed VI y saludó “los esfuerzos serios y creíbles realizados por Marruecos para avanzar hacia un arreglo”. Esa propuesta ha recibido en los últimos 13 años el respaldo de 164 países del mundo que desconocen al Polisario -al considerarlo un títere de Argelia- incluyendo la mayoría de naciones latinoamericanas.

Distintas organizaciones de saharauis dentro y fuera del Sahara han planteado que la guerrilla del Polisario debería convertirse en una alternativa política y terminar con el diferendo. La única salida viable es la propuesta autonómica que ya está en marcha y mediante la cual unos 1,600 líderes saharauis, electos por voto popular para diferentes cargos públicos en las provincias del sur del Sahara marroquí, rigen su propio destino. 

El legítimo derecho y la legalidad internacional de Marruecos sobre el Sahara es una causa iuris et iure, que no admite duda ni prueba contraria. Existen vínculos históricos y jurídicos de soberanía de Marruecos sobre el Sahara porque es parte de su integridad territorial, aunque los ideólogos neocomunistas promuevan relatos propagandísticos contrarios.

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