• 21/07/2014 02:00

El Estado ganador

En la mayoría de las ocasiones el Estado termina siendo esquilmado y víctima de sobreprecios

En la sociedad contemporánea, el Estado, entendido como el ente que nos representa a todos y en quien delegamos nuestros más preciados intereses colectivos, se encarga de organizar la prestación de los servicios que se requieren para hacer viable y llevadera la vida en comunidad. Por ello, en cada uno de los contratos que celebra el Estado para la adquisición de bienes o servicios, debiera ser ganador; esto es, pagar el precio justo por la adquisición de los bienes y la prestación de los servicios. Esa que sería la condición natural e ideal, pocas veces se cumple. En la mayoría de las ocasiones, el Estado termina siendo esquilmado, víctima de sobreprecios y de bienes de inferior categoría, pagados como si fueran de primerísima calidad. Para que el Estado retome su papel de ganador, se requiere que las instituciones encargadas de lograr ese propósito funcionen adecuadamente. Tiene que haber una Contraloría General de la República aguerrida, una Procuraduría General de la Nación independiente, un Órgano Legislativo que fiscalice e indague al Órgano Ejecutivo y una administración de justicia que se gane la confianza de la sociedad por sus sentencias oportunas y justas. Entiéndase que, con un Estado ganador, todos ganamos... y viceversa.

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