El objeto de todo país es el desarrollo de su sociedad. En esa vía, las autoridades están llamadas a crear los mecanismos necesarios y trabajar en pro de ese desarrollo en cada región, en cada comunidad… Cuando se pierde este norte, entonces emergen los conflictos. Los diversos Gobiernos que se han sucedido desde la invasión en 1989, nunca tuvieron el norte del desarrollo de Panamá, sino el crecimiento como vía para lucrar. Así empezaron los grandes negocios desde el Gobierno y hoy vemos cómo el país se desangra en una lucha entre sectores empresariales que se pelean el control del poder para disfrutar del botín. El problema es que ya es palpable el deterioro y si Panamá sigue por ese camino sin hacer los cambios necesarios para enderezar el rumbo hacia el desarrollo, el problema va agravándose y lo más seguro es un estallido social por efecto de las desigualdades. Los venezolanos cayeron en este conflicto y hoy no encuentran siquiera puntos de coincidencia entre los sectores en conflicto. Hay que empezar ya un rescate nacional, simplificado en un trabajo por área. Por ejemplo, es necesario fortalecer los partidos políticos en lugar de destruirlos. En lugar de dejarle esos espacios a los bandidos y bribones, los hombres y mujeres decentes deben ocuparlos y empezar así su influencia desde adentro, para adecentarlos y llevar hombres y mujeres probos al poder. Hacer lo contrario, satanizar los partidos políticos, surte el efecto contrario y si no se actúa rápido ese bribón convertido en político seguirá disfrutando de las riquezas del país como lo ha hecho hasta ahora.

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