Decisiones equivocadas

En los últimos 29 años, Panamá ha pasado de un país cerrado a un país abierto. La teoría decía que el país necesitaba de esa apertura, porque así fomentaría la competitividad y que los consumidores se beneficiarían con productos baratos. Se firmaron cuanto tratados de libre comercio se pudo, porque esa era la moda, esa era la divina pomada, esa era la ley...Los años han pasado y el libre comercio ha arrinconado a los productores. Las ciudades polos han crecido desproporcionadamente y la informalidad es un problema. Si a esto se suma que los supermercados están llenos de productos de otros países y que el precio está por las nubes, el estrangulamiento es total. El nuevo gobierno (porque el que está por terminar nunca encontró los 58 dólares que iban al bolsillo de los consumidores, menos va a encontrar fórmulas para sacar el país del problema), tiene la obligación de reestructurar los tratados o simplemente pararse firme, porque no hay libre comercio si la ventaja es solo para una parte. Aquí tanto consumidores como productores panameños están estrangulados por el libre comercio. No se trata de que los TLC son totalmente malos; de lo que se trata es que fueron mal negociados. El país no puede seguir sometido a un tratado donde, por un lado, ni baja el precio de los productos y, por el otro, se arrincona al productor nacional. Hay que pararse firme y proteger tanto a productores como a consumidores, porque Panamá es primero.