Irónicamente, ya se ha hecho costumbre que al final del período gubernamental de los distintos gobiernos, los mandatarios y funcionarios más próximos al jefe de Estado, cometen una serie de acciones que atentan contra la paz y el sosiego nacional. Y por lo general, la culpa siempre la achacan a la ‘infiltración política' en los movimientos que exigen alguna reivindicación. Hoy, los productores reclaman, con justificada razón, que se revisen los Tratados de Libre Comercio, porque como están aplicados, se prioriza en las importaciones y se afecta enormemente la producción nacional. El Gobierno se ha sentado varias veces a ‘dialogar', pero al analizar la violencia en la que ha desencadenado esto, todo indica que los voceros gubernamentales tienen una posición preconcebida de que los productores son azuzados políticamente. La decisión de apresar a varios productores es con la finalidad de callarlos, amedrentarlos y montarles todo un historial de componendas subversivas para afectar políticamente al Gobierno. Es una estrategia totalmente equivocada y quien la coordina reniega de la legitimidad de las molestias de los productores. Nadie puede negar que los TLC han sido un fracaso; que los beneficiados son los importadores. No se puede negar que la comida está muy cara y que muchos funcionarios se han confabulado para hacer negocios a costa de los productores. Las protestas no tienen banderías y sí hay muchos miembros de partidos políticos que se han unido en luchar por una sola causa: ¡defender el agro! El Gobierno debe revalorar su estrategia para con los productores, porque seguirla puede generar un clima de desobediencia civil que no sabremos en qué puede terminar. ¡Mucho cuidado!

Lo Nuevo
comments powered by Disqus