• 14/04/2019 02:00

Caricatura de justicia

El problema de este juicio empezó en la Corte Suprema de Justicia, cuyos magistrados violentaron la confianza de la sociedad en la justicia.

La desconfianza en la justicia panameña es un problema serio, muy serio. Y no se trata de un asunto nuevo; es una costumbre, un hecho, un sistema corrupto que está socavando el desarrollo de la sociedad panameña. Cuando en 1990 el entonces presidente Guillermo Endara instaló lo que denominó ‘Una Corte de Lujo', de eso no queda nada. De aquella época hacia acá, la justicia se vende al mejor postor. Lo más ridículo es hoy cuando se juzga al expresidente Ricardo Martinelli por supuestos pinchazos telefónicos y otros delitos. El diario vivir de lo que empezó torcido, sigue torciéndose cada vez más. Y es que antes el caso se manejaba en la propia Corte Suprema de Justicia que cometió serias arbitrariedades como no imputar y le negó a la defensa el derecho de conocer el expediente en su totalidad. Cuando el caso pasa a la justicia ordinaria, ocurre todo lo contrario; la Fiscalía se queja del manejo irregular por parte del juez, a quien acusan de haber sido nombrado por Martinelli. Lo cierto es que lo menos que hay en el caso Martinelli es justicia y cualquiera de los fallos, a favor o en contra, va a ser duramente cuestionado. El problema, empero, no es si Martinelli es culpable o inocente; el problema es que no hay justicia y casi nadie confía en un fallo en estricto derecho. El problema de este juicio empezó en la Corte Suprema de Justicia, cuyos magistrados violentaron la confianza de la sociedad en la justicia. Lo que hay hoy es un grupo partidario que defiende a Martinelli y otro grupo que lo quiere ver preso, aunque sea torciendo el proceso. Esto no es justicia; es una caricatura.

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