• 09/07/2019 02:00

Cuando la bajeza crece

Es como el asalto a una escuela, en el que ni el perdón repara las lágrimas que hicieron brotar.

Cualquier acto de violencia, robo, hurto, etc., es de por sí, un hecho detestable. Pero dentro de esta clasificación hay unos hechos deleznables. El robo de un águila harpía del parque natural Summit es uno de ellos. Es llegar a una bajeza inexplicable, porque no solo es el hecho en sí, sino lo que afecta y duele a la propia sociedad. Es como el asalto a una escuela, en el que ni el perdón repara las lágrimas que hicieron brotar. El reciente robo de esa águila harpía revivió ese sentimiento de impotencia ante el desmembramiento de parte de esta sociedad. Panamá ha sido un pueblo unido, pero los últimos diez años ha aflorado lo peor de algunos. No se trata de la avaricia o la corrupción, sino el disfrutar con lo mal que le pasa a otro que solo tiene explicación ante una mente enferma y perversa. Panamá tiene un problema con el enfriamiento económico y esto ha provocado un pesimismo en la población. Pero lo peor no es esa desaceleración de la economía; es esa sensación de maldad que pulula en el ambiente. Cierto es que hay que resolver los problemas económicos, pero también de reparación de ese quebrantamiento moral, espiritual y mental de nuestra sociedad. Y es que cuando un país llora por dentro, porque se frustra al no ver justicia, amor y solidaridad entre sus semejantes, entonces el fracaso es inminente. Y la solución no está en el Gobierno; la solución depende de todos los panameños para que salgamos de este marasmo inaudito que, si no lo enfrentamos, nos terminará consumiendo. El robo del águila harpía es un campanazo de esta realidad.

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