De aquel golpe de Estado de 1968 han pasado 51 años. La pregunta que hay que hacerse es: desde la caída de Noriega (estamos por cumplir 30 años) ¿qué hemos hecho bien y qué hemos hecho mal?, respecto a esos 21 años de dictadura. Si se analiza el tema de seguridad y narcotráfico, la situación ha empeorado, igual que en salud, en educación y la desigualdad social se ha profundizado. De una deuda que se heredó de poco menos de seis mil millones de dólares, la misma se ha elevado a casi 30 mil millones. Pero en el terreno económico, Panamá ha dado un salto cualitativo y cuantitativo, porque hoy tenemos grado de inversión, el ingreso per cápita supera los 20 mil dólares y tenemos un PIB por el orden de los 70 mil millones de dólares. En materia de transporte público, el Metro es un orgullo y el crecimiento económico es real y la estabilidad política incomparable con los países de la región. La administración del Canal es un ejemplo de que sí se pueden hacer las cosas bien. En materia de libertad de expresión, el país ha avanzado muchísimo (despenalización parcial de la calumnia e injuria y Ley de Transparencia); sin embargo, la corrupción es empleada permanente y la impunidad, la joya de la corona. El deterioro de la justicia, de la Asamblea y del Ejecutivo nos lleva a reflexionar sobre lo bueno y lo malo de los años de la dictadura y de la “democracia”. Preguntarnos si ya no es tiempo de saltar a las dos cámaras y si empezamos a ensayar un nuevo sistema político como el parlamentario que realmente nos guíe hacia el desarrollo. El debate está en el terreno... ¿Alguna otra propuesta?

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