• 31/03/2020 04:00

¡Y se hicieron realidad!

“[…] este mundo ya cambió y cada uno de nosotros está aprendiendo a apreciar la belleza de la Tierra y que lo más importante […] es […] el ser humilde y solidario”

Del coronavirus también están saliendo cosas buenas. Cosas que quizás tomarían años en ponerse en práctica, pero que hoy empiezan a funcionar y no hay duda de que quedarán para uso general producto del COVID-19. Se trata de la limpieza de los mares, de la descontaminación ambiental, de que las armas no sirven, cuando se trata de un enemigo invisible y por eso es mejor equipar a los científicos, quienes son los verdaderos guerreros. Llegamos al reencuentro de la familia, que ahora se entretiene con los juegos de mesa y se divierte; volvimos a preguntar “¿cómo estás”, “¿están bien?”… Las escuelas aprendieron que la tecnología es una aliada y no solo se puede enseñar desde un claustro y la Caja de Seguro Social descubrió que puede cobrar el SIPE y dar paz y salvo en línea. Las instituciones públicas están cambiando a la velocidad de la luz su manera de atender al público y los padres de familia ahora se preguntan cómo hace un maestro para atender 20 o 40 niños sin volverse loco. Definitivamente el coronavirus es una peste que quedará en la historia como una fuerza que nos obligó a cambiar como humanos. Nos arrebató el control del planeta y nos puso de rodillas. No hay dudas de que este mundo ya cambió y cada uno de nosotros está aprendiendo a apreciar la belleza de la Tierra y que lo más importante no es la vanidad o el ego, sino el ser humilde y solidario. ¡Así de simple!

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