La Caja de Seguro Social es quizás el ente más importante del país. Por años, empero, ha sido saqueada y mal administrada. Da coraje ver que los mismos que la han destruido, son los que ahora proponen soluciones. Y el problema es mayúsculo, cuando el tema quiere llevarse al terreno político. La crisis del programa Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) viene de hace años y las diversas administraciones escondieron los estados financieros, para no afrontar el problema. Pero ya no hay forma de huir y hay que tomar decisiones. Una propuesta consiste en aumentar los aportes tanto de empleado como patrono a 30 por ciento (hoy es 21 por ciento). Pero, por más que se tiren los números, esa medida, aparte de afectar el bolsillo de los asegurados, solo da un respiro de un par de años. La otra fórmula es fusionar los programas mixtos y solidarios (volverlos ambos solidarios), hasta alcanzar la estabilización del programa IVM, pero tampoco es una solución permanente. Lo que queda es que la Caja realice inversiones importantes en proyectos de generación de energía, agua potable, además de que el Gobierno central le inyecte anualmente una cantidad de dinero. Y no se trata de una regalía del Gobierno, porque la Caja es la que termina sacando la cara a la hora de las crisis de salud. Ahora con el coronavirus, la Caja es la que atiende el 80 por ciento de los infectados. Los fondos para esa atención salen del Seguro Social, no importa si el paciente es asegurado o no. El problema está planteado, toca a todos los panameños afrontar el problema con razonamiento, desligando la discusión de la politiquería. ¡Así de simple!

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